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EL BLOQUEO QUE NOS BLOQUEA A TODOS

  • Foto del escritor: CSCPR
    CSCPR
  • 30 jul
  • 2 Min. de lectura
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Por: Jose Augusto Acevedo


Este es un mensaje a las amistades de la izquierda, la derecha, conservadores, liberales y del centro, y a la comunidad cubana de buena voluntad. 

El bloqueo económico, comercial y financiero que Estados Unidos impone a Cuba desde 1960 es una forma de guerra. Sin bombas, pero con hambre. Una guerra sin misiles, pero con escasez. Una guerra que obliga a su pueblo a sobrevivir como pueda.

Quienes lo defienden lo llaman “embargo”. Pero eso es suavizar la brutalidad. 

Lo digo y afirmo así, porque hace poco me propuse entender mejor el alcance del bloqueo y descubrí que Cuba no solo tiene prohibido vender o comprar bienes con Estados Unidos: 

  1. Tiene vetado comerciar con terceros países si esos productos contienen más de un 10% de componentes estadounidenses.

  2. Se les impide acceder a bancos internacionales que operen con dólares, a tecnologías clave, a transacciones financieras globales.

  3. Si una empresa española, canadiense o japonesa invierte en propiedades que alguna vez fueron nacionalizadas por el gobierno cubano en los años 60, puede ser demandada en tribunales estadounidenses. 

Hay más agresiones económicas por nombrar. Algunas recientes que restringen el turismo, incluso el cultural y médico. 

Entonces, Cuba debe ser considerado otro pueblo sitiado como Gaza, aunque sin haber declarado jamás una guerra. 

La escasez de medicinas, las dificultades para importar insumos médicos, la imposibilidad de acceder a vacunas, la falta de alimentos básicos, el colapso energético: todo eso, en gran medida, es consecuencia del cerco impuesto desde fuera.

En octubre de 2024, la Asamblea General de las Naciones Unidas volvió a alzar su voz contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba. 187 países votaron a favor de su eliminación. Solo dos se opusieron: los enemigos de la humanidad, Estados Unidos e Israel.

Ya son 32 las ocasiones en el que la mayoría de los países del mundo condenan esa política como ilegal, inhumana y extraterritorial. Pero el mensaje ha sido ignorado. ¿Qué clase de democracia ignora a 187 pueblos y se aferra a una política criminal que solo cuenta con un único país como aliado? 

La persistencia del bloqueo no es muestra de fuerza, sino síntoma de aislamiento, de miedo y de cinismo. Mientras Cuba resiste con los pulmones apretados, Estados Unidos queda retratado como el último defensor de una política fallida y cruel que el planeta entero repudia.

Y aún así, con todo el poder estadounidense encima, Cuba exporta médicos, produce vacunas propias, desarrolla biotecnología, y resiste. A veces con dignidad, a veces con fatiga, pero siempre de pie. 

De alguna manera, no es Cuba la que está aislada: es Estados Unidos el que se ha atrincherado en su arrogancia imperial. Y nosotros, si callamos o justificamos el cerco, somos cómplices de un crimen de lesa dignidad.

 
 
 

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