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Las amenazas de Donald Trump contra la República Bolivariana de Venezuela y Colombia: la estrategia del absurdo

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    CSCPR
  • hace 24 horas
  • 9 Min. de lectura

Por Alejandro Torres Rivera, San Juan, Puerto Rico, 23 de octubre de 2025

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En los pasados días el tema de las amenazas del gobierno de Estados Unidos y su presidente, Donald Trump, a la República Bolivariana de Venezuela, siguen ocupando titulares. A Venezuela se suma hoy también las amenazas de Trump hacia Colombia y su presidente Gustavo Petro.

 

Hace apenas una semana, según indicó el periódico The New York Times, Trump autorizó a la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, la CIA, a realizar operaciones encubiertas en Venezuela de manera unilateral o como parte de cualquier operación militar estadounidense más amplia. A preguntas de reporteros en el Despacho Oval, estando presente el Director del Negociado Federal de Investigaciones, la fuerza policial federal de Estados Unidos, Kash Patel, y el Fiscal General, Trump señaló dos razones para tomar este tipo de decisión: primera, indicando que el gobierno de Venezuela había vaciado sus prisiones  y enviado los expresidiarios a Estados Unidos; y segunda, para detener el flujo de drogas que desde Venezuela ingresan a su país.

 

A varios ataques perpetrados en aguas internacionales por las fuerzas armadas de Estados Unidos contra lanchas que alegadamente transportaban drogas, ahora se suma la amenaza de llevar a cabo tales “operaciones anti drogas” al interior del territorio venezolano, ello en clara violación de la soberanía nacional de dicho país. En noticias más recientes se le cita indicando que tales operaciones en tierra  comenzarían “pronto”.

 

La administración de Trump ha puesto una recompensa de $50 millones de dólares por la captura del presidente Nicolás Maduro, así como  también en diferentes cuantías, para importantes dirigentes de su gobierno como son los casos, entre otros, del Ministro del Interior, Diosdado Cabello y del Ministro de la Fuerza Armada Bolivariana, general Vladimir Padrino.

 

El Canciller venezolano, Iván Gil, ha denunciado las amenazas de Trump tanto ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como ante António Guterres, Secretario General de dicho organismo internacional. Señala que la agenda de Washington es propiciar en Venezuela un “cambio de régimen” para así “apropiarse de los recursos petroleros venezolanos.” Un documento filtrado a congresistas estadounidenses indica que Estados Unidos se encuentra involucrado en “un conflicto armado no internacional” con carteles del narcotráfico, imputando de paso al presidente Nicolás Maduro y otros miembros de su gobierno, la vinculación con el “Cartel Los Soles”. Para justificar su proceder, la administración de Donald Trump ha elaborado  una opinión legal clasificada justificando los ataques letales contra presuntos narcotraficantes en aguas internacionales.

 

La realidad es que un porciento ínfimo de la droga que desde América del Sur llega a Estados Unidos proviene de Venezuela. De hecho, se indica que desde Colombia llegan cinco o seis veces una mayor cantidad. La mayor parte de la droga que entra a Estados Unidos por su costa oeste no sale de Venezuela sino de Colombia. Además, gran parte de la droga que se consume en Estados Unidos entra a través de la frontera con México. Sin embargo, es contra Venezuela que se ha montado toda la operación militar de Estados Unidos en los pasados meses, lo que demuestra que el propósito de la operación no es anti drogas sino militar de Estados Unidos. Se trata, no de ataque a los carteles de drogas, sino su oposición al gobierno del presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana en desarrollo en dicho país desde 1998.

 

A pesar de varias operaciones militares de Estados Unidos contra lanchas en las cuales se alega transportaban drogas, sustituyendo así  las operaciones tradicionales de abordaje de las mismas por parte de buques de la Guardia Costanera, la captura de sus ocupantes y su procesamiento penal en tribunales de Estados Unidos, la administración Trump ha venido llevando a cabo ejecuciones extrajudiciales contra personas que viajaban en dichas lanchas. Trump ha preferido asesinar como indicamos, extrajudicialmente, a los ocupantes de estas embarcaciones sin apego a ninguna disposición legal reconocida en el derecho internacional. Más aún, al presente, salvo dos personas que lograron sobrevivir al último ataque en aguas del Océano Pacífico, una de nacionalidad colombiana y otra de nacionalidad peruana, se desconoce no sólo las identidades de la mayoría de decenas de personas que hasta el presente han muerto en los ataques anteriores.

 

Como parte de la operación militar contra Venezuela se informó hasta hace unos día el despliegue marítimo de unidades navales y aéreas, que incluyen el grupo anfibio del USS Iwo Jima; de la 22 Unidad Expedicionaria de la Infantería de Marina, compuesta por aproximadamente 4,500; tres destructores portadores de misiles guiados; un submarino nuclear de ataque; un buque con personal de operaciones especiales; un crucero portador de misiles guiados y un avión de reconocimiento Poseidon P-8.

 

A Puerto Rico se han trasladado por lo menos diez aviones F-35 y tres drones MQ-9, utilizando tanto las instalaciones del aeropuerto José Aponte de La Torre en Ceiba (antes Roosevelt Roads) y del aeropuerto Punta Borinquen de Aguadilla. Se indica que en el desplazamiento de medios navales y aéreos se encuentran también aviones equipados con misiles Hellfire y aviones AC-130. Además del buque USS Iwo Jima,  con mayor detalle, se encuentran en el área los buques de transporte anfibio USS Fort Lauderdale y USS San Antonio; el crucero USS Lake Erie; los destructores USS Gravely, USS Jason Dumhan y USS Stockdale; el buque de combate de litoral USS Minneapolis-Saint Paul, el buque de Operaciones Especiales MV Ocean Trader y el submarino nuclear USS Newport News.

 

Entre otros medios aéreos se encuentran también el área aviones de combate Harrier, F-35, T38 A Talon, V-22 Osprey (de transporte y carga) P-8 (de reconocimiento), MQ-9 reaper; y helicópteros Seahawk, UH-60 Black Hawk, aviones C-13-J Super Hercules (con capacidad para reabastecer combustible en el aire) AC-13-J Ghostrider; C-17 Globemaster III (de transporte militar); B-52 Stratoforces (aviación estratégica); KC-Pegasus (reabastecimiento de combustible y transporte estratégico), C-5M Super Galaxy (transporte estratégico);  y KC-135 Stratotanker (reabastecimiento aéreo de combustible).

 

Todo este despliegue de fuerza, sin embargo, puede no ser suficiente para una invasión efectiva en el territorio de Venezuela, aunque sí tiene el potencial de, a distancia, impactar importantes elementos de infraestructura civil y militar en el país.

Ahora bien, una cosa es, a la distancia, utilizar el poderío militar que una fuerza naval y aérea como la antes descrita para una operación militar limitada contra Venezuela, a una fuerza a la cual se sume, como acaba de ser anunciado por el Secretario de Guerra de Estados Unidos, Peter Hegseth, el grupo de combate del portaviones “CVN Gerald R. Ford”. Este buque, considerado el más grande de Estados Unidos, proviene de la Segunda Flota localizada en Norfolk, Virginia, aunque actualmente ha estado destacado en el Mar Mediterráneo.

 

Un grupo de combate encabezado por un portaviones, conlleva además múltiples buques de apoyo como destructores, fragatas, cruceros, todos ellos portadores de misiles; buques tanques, buques anfibios, al menos dos submarinos nucleares, una unidad de infantería de marina, veintenas de aviones de combate  helicópteros de ataque y transporte de tropas y aviones de reconocimiento por solo mencionar algunos. Al desplazamiento de estos medios de combate también podríamos sumar  la activación de unidades movilizadas del comando de la Reserva del Ejército de Estados Unidos en Puerto Rico; e incluso, la activación de unidades de la Guardia Nacional. Ahora bien siempre está presente el hecho de que una cosa es invadir y otra mantener ocupado un país como Venezuela o Colombia.

 

Es por lo anterior que debemos prestar atención a la situación interna en Venezuela y el contenido y alcance de lo que significa el llamado de la administración Trump a propiciar en dicho país “un cambio de régimen”. Esto podría ser el llamado a un Golpe de Estado, apoyado por el despliegue de la fuerza militar antes descrita, lo que ya se intentó en febrero de 2002 contra el presidente Hugo Chávez; o el diseño habido en el caso de la invasión de Cuba en Playa Girón, donde a partir de establecer una cabeza de playa tras la invasión de una fuerza mercenaria, el siguiente paso sería instalar allí, con la protección militar de tal fuerza invasora y con el apoyo directo de Estados Unidos, un gobierno provisional. Entonces se planteó que establecida tal cabeza de playa, solicitar el apoyo y reconocimiento de países amigos de Estados Unidos en la comunidad internacional.

 

Quizás esta pueda ser parte de la estrategia al indicarse que el Sr. Edmundo González se desplazaría desde el lugar donde se encuentra refugiado en España, para acercarse a Venezuela en previsión de tal Golpe de Estado o invasión por parte de Estados Unidos al territorio de su país.

 

Mientras las amenazas contra Venezuela siguen en desarrollo, el presidente Trump ha abierto otro flanco en su discurso hacia América Latina y en particular hacia Colombia, utilizando un furibundo ataque contra su presidente Gustavo Petro. El pasado lunes el gobierno colombiano llamó a consultas a su embajador en Estados Unidos. Se indica que el motivo de tal decisión fueron las acusaciones destempladas del presidente Donald Trump denunciando al presidente Petro de ser “líder de la droga” y denunciando que Estados Unidos reduciría la ayuda de su gobierno a Colombia.

 

Petro ha denunciado los ataques letales ordenados por el gobierno de Estados Unidos contra lanchas que Trump acusadas de transportar drogas. En sus denuncias ha calificado tales actos de “asesinato”.

 

Las diferencias entre los dos gobiernos se remontan a comienzos de año cuando el presidente colombiano le negó permiso de aterrizaje a aviones provenientes de Estados Unidos con inmigrantes colombianos deportados. El diferendo, que pudo haber causado la imposición por parte de Trump de aranceles a Colombia, se disipó entonces cuando Colombia aceptó los vuelos de los deportados, pero en aviones colombianos y no en líneas estadounidenses.

 

En un segundo choque entre ambos países se produjo en el mes de septiembre de este año cuando Estados Unidos descertificó a Colombia en lo relacionado con el cumplimiento del control de la producción y tráfico de drogas ilícitas. Según indica Univisión Noticias, esto “significó una reprimenda a la política de drogas que ha experimentado Petro en su país”. Señaló el medio noticioso que el presidente colombiano había “intentado cambiar el enfoque represivo en la política anti drogas al dar prioridad a la concertación con los cultivadores y la persecución de los grandes capos.” En 2024 Estados Unidos transfirió a Colombia $377 millones para combatir la droga.

 

Un tercer incidente, reseña el medio, ocurrió también en el mes de septiembre cuando Estados Unidos revocó la visa del presidente Petro imputándole “acciones imprudentes e incendiarias” durante una manifestación en Nueva York contra el presidente israelí, Benjamín Netanyahu y contra un veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU en favor de Israel. Indicó Univisión Noticias que en sus declaraciones Petro propuso un “ejército internacional para defender al pueblo palestino y exhorto a los soldados estadounidenses a desobedecer órdenes”. Trump le imputa  a Petro “incitar a la violencia.” Allí Petro dijo: “Desobedezcan la orden de Trump, obedezcan la orden de la humanidad”.

 

El cuarto choque se produce ante el despliegue militar de Estados Unidos en la región y calificar de asesinato los ataques a las presuntas lanchas de narcotraficantes. En el ataque llevado a cabo el 16 de septiembre falleció un ciudadano colombiano. Este fue identificado como un pescador de la ciudad costanera de Santa Marta y de quien se indicó no tenía vínculos con el narcotráfico. Su embarcación estaba a la deriva y averiada cuando fue atacada. Al acusar a Estados Unidos Petro también alegó que dicho país había violado la soberanía de Colombia.

 

El quinto choque se produjo ante el ataque de Estados Unidos a un presunto submarino donde hubo dos sobrevivientes, uno colombiano y otro peruano.  Estos fueron rescatados en el mar y llevados al buque anfibio USS Iwo Jima. El ciudadano colombiano permanece en estado grave. Otras dos personas fallecieron en el ataque. Estas muertes han sido calificadas como asesinatos extrajudiciales. Estados Unidos devolvió a los supuestos narcotraficantes a sus países de origen, lo que coloca en entredicho su condición de narcotraficantes peligrosos como había indicado Trump dado el hecho de que pudo, tras la captura, llevarlos a Estados Unidos para eventualmente ser procesados por las autoridades estadounidenses.

 

En el sexto episodio de esta saga, Trump ha advertido a Petro de frenar las operaciones del narcotráfico “o Estados Unidos las frenará por él, y no lo hará de manera amable.” La respuesta de Petro fue indicar que Trump estaba siendo “grosero e ignorante con Colombia.”

 

Otro incidente surgió como resultado de un ataque por parte de Estados Unidos a un buque alegadamente perteneciente al Ejército de Liberación Nacional  (ELN), que transportaba drogas desde Colombia.

 

Los incidentes más recientes se produjeron esta semana en dos ataques a embarcaciones en aguas del Océano Pacífico en el cual fallecieron tres personas en el primero y dos en el segundo

 

Hasta el momento, se han producido nueve ataques de Estados Unidos a presuntos narcotraficantes donde han muerto 46-48 personas. Todo indica que la situación puede seguir complicándose, no sólo con relación a Venezuela, sino desatando un conflicto que a la larga involucre también a Colombia, lo que llevaría a un sin sentido dentro de la geopolítica estadounidense, pero más aún, reforzaría lazos entre dos países hermanos que en el pasado han tenido sus diferencias, Venezuela y Colombia, frente al poder imperial de Estados Unidos.

 
 
 
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