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La proclamación de la independencia de la República Dominicana: segundo territorio independiente de

Alejandro Torres Rivera

28 de febrero de 2020

(revisado 27 de febrero de 2021)


El día 27 de febrero se cumplieron 177 años de la proclamación de la Independencia de la República Dominicana y su separación de la República de Haití. Habían transcurrido en aquel momento 22 años desde que Haití se había anexado la porción oriental de la Isla de la Española, convertida en el Haití Español, tras la ocupación militar por parte de tropas haitianas del territorio. Haití había surgido originalmente como colonia francesa tras el Tratado de Basilea de 1795 en virtud del cual España cedió la porción oriental de La Española a cambio de la devolución por parte de Francia de los territorios ocupados en las provincias vascongadas y el norte de Catalunya tras la denominada Guerra de la Convención.


El primer esfuerzo por la proclamación de la independencia de lo que hoy constituye la República Dominicana, sin embargo, se remonta a la proclamación del Estado independiente del Haití Español en 1821 y su anexión a República de Haití el 9 de febrero de 1822. Esta independencia se conoce en la historia de la República Dominicana como la independencia efímera, dado el hecho que duró apenas dos meses y ocho días. Su gestor fue el capitán José Núñez de Cáceres, nacido en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán el 14 de marzo de 1772, masón, quien creó el Estado Independiente de Haití Español y solicitó su anexión a la Gran Colombia impulsada por Simón Bolívar. Se dice de él que fue el primero en utilizar la literatura como arma de denuncia social y política en este país.


En aquel momento, el movimiento libertario en la porción oriental de la Isla se dividía en dos tendencias principales: la primera, encabezada por un sector que procuraba la anexión con Haití, en momentos en que ocupaba la presidencia de este país Jean Pierre Boyer; la segunda, por Núñez de Cáceres, quien como indicamos, impulsaba la anexión con el proyecto de la Gran Colombia impulsada por el Libertador, Simón Bolívar. Se trataban ambos de esfuerzos paralelos a la lucha emancipadora en el continente suramericano contra la presencia española en América.


Una década antes, España, desangrada y en caos producto de la invasión napoleónica de su territorio, había aflojado el control que ejercía sobre la porción oriental de La Española; mientras en la porción occidental, ya desde 1804, luego de la proclamación por parte de Toussaint Louverture de la abolición de la esclavitud en 1801, los haitianos habían proclamado su independencia. Tras vencer en el plano militar a las tropas francesas enviadas por Napoleón para contener la insurrección armada de los negros y mulatos haitianos, el 1 de enero de 1804 la independencia de Haití era proclamada.


En 1805, estando de presidente de Haití Jean Jacques Dessalines, este invade la porción oriental de la Isla. Sin embargo, el 7 de noviembre de 1808 los haitianos son derrotados por españoles en la batalla de Palo Hincado, rindiéndose finalmente el 9 de julio de 1809. Comienza entonces el período que pasa a conocerse en la historia como la “España Boba”, ello en referencia a las dificultades que España tuvo para ejercer su autoridad en el territorio en los años siguientes como resultado del desarrollo de las guerras de independencia en el continente suramericano.


Durante los primeros días de la proclamación de la independencia, Núñez de Cáceres procuró sin éxito que se diera un respaldo directo de parte de las tropas bolivarianas en lucha contra España en los territorios de la Gran Colombia a la causa de la independencia proclamada por este. Entonces, se libraba la lucha por la independencia de Ecuador, negándose el vicepresidente José Antonio Páez, en ausencia de Simón Bolívar, a respaldar militarmente frente a Haití la independencia de la porción oriental de La Española. De hecho, no deja de estar presente en aquel momento en la ecuación que había sido precisamente Haití, tras su independencia, un punto de apoyo en el proyecto emancipador del Libertador, como también la carta cursada por el presidente haitiano a Núñez de Cáceres de 11 de enero de 1822 invitándole a sumar esfuerzos en la construcción de un solo Estado político en la Isla de La Española. Finalmente, nueve semanas después de la declaración de independencia por Núñez de Cáceres, el presidente haitiano Jean Jaques Boyer cruzó la frontera con cerca de 12 mil tropas ocupando finalmente la porción oriental de la Isla, que prolongaría por los próximos 22 años.


El 27 de febrero de 1844, en la “Puerta de la Misericordia”, así como en la denominada “Puerta El Conde” localizadas en la ciudad amurallada de Santo Domingo, se despliega el pabellón tricolor dominicano. El grupo insurgente fue inspirado por el patriota dominicano Juan Pablo Duarte, quien junto a otros patriotas y masones dominicanos, había fundado en 1838 una sociedad secreta, denominada “La Trinitaria”. Esta organización, más adelante, cambiaría de nombre por razones conspirativas al ser descubierta, pasando a llamarse “La Filantrópica”.


Ya en enero de 1844, se había publicado el Acta Independiente de la República Dominicana donde se planteaba la separación de Haití. El 27 de febrero los insurgentes toman la Fortaleza Ozama, cercana al río del mismo nombre, localizada en la ciudad de Santo Domingo, izándose la bandera que hoy es el pabellón nacional de la República Dominicana. Sin embargo, al mes siguiente, Haití nuevamente invade la porción oriental de la Isla que había proclamado su independencia, aunque la invasión fue repelida a comienzos del mes de julio. A pesar de que los independentistas solicitaron de Duarte que asumiera la presidencia del país, éste la condicionó a que fuera a través del proceso electoral, circunstancia que fue aprovechada por Pedro Santana Familias, Marqués de las Carreras y tropas leales a éste para asumir la presidencia, mientras se procedía a encarcelar los principales dirigentes de La Trinitaria: Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco Del Rosario Sánchez.


Una Convención Constituyente fue convocada para organizar el nuevo Estado político, lo que ocurrió a partir del 6 de noviembre de 1844. Tras ella, Santana Familias, primer presidente constitucional del país, se reserva poderes ilimitados mientras durara la conducción de la guerra con Haití, hasta que en elecciones efectuadas en 1848 pierde las elecciones. Entre finales de la década de 1840 y finales de la década de 1850, distintos enfrentamientos se darían entre República Dominicana y Haití, siendo derrotado finalmente Haití en esta contienda.


Entre 1863 y 1865 se produce una nueva guerra entre los patriotas dominicanos y España, conocida como la “Guerra de la Restauración de la Independencia”, como resultado de esta última reestablecer sus dominios sobre la porción oriental de la Isla llevándola a la condición de provincia española el 18 de marzo de 1861, ello a instancias de los sectores anexionistas dominicanos dirigidos por el entonces general Pedro Santana Familias. El “Grito de Capotillo” marca el inicio de esta nueva guerra por la restauración de la independencia nacional en la cual jugará un papel de gran importancia el general dominicano, amigo de Eugenio María de Hostos, Gregorio Luperón. En 1865 finalmente España decide abandonar el país, restableciendo así la República Dominicana su independencia nacional.


La vinculación del patriota puertorriqueño Eugenio María de Hostos con la República Dominicana, al igual que la del Padre de la Patria, Ramón Emeterio Betances, fue de gran importancia en los planes para el desarrollo de la lucha por la independencia de Puerto Rico. De la misma manera que Hostos figura formando parte del esfuerzo de Luperón en la creación de la Liga de la Paz de 1875, y más adelante, de la Liga de los Independientes en 1876, es esa experiencia la que le sirve de manera inspiradora para su propuesta de la Liga de Patriotas de 1898.


En el caso de Betances, recordemos que fue precisamente en República Dominicana, con la participación de puertorriqueñosCarlos Lacroix. Mariano Ruiz Quiñones (hermano de patre de Segundo Ruiz Belvis), José Celis Aguilera y desde Nueva York, José Francisco Basora y los dominicanos Ramón Mella y el Padre Fernando de Meriño, que éste funda el Comité Revolucionario de Puerto Rico en 1867. Será esta agrupación la que dirigirá los esfuerzos revolucionarios puertorriqueños de cara a lo que eventualmente será el Grito de Lares.


Estos lazos de solidaridad y lucha en favor de la causa de la independencia de Puerto Rico han sido fuertes amarres en un proceso histórico donde, dominicanos y puertorriqueños, hemos compartido sangre generosamente derramada en la defensa de los valores que simbolizan la libertad, igualdad y fraternidad de ambos pueblos.


El Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, en referencia a las islas de entronque hispanoamericano, que como partes de un todo compartimos este archipiélago en las Antillas Mayores, en su escrito titulado La Antillas y Baldorioty indica que éramos “tres tajos de un mismo corazón sangriento”; “tres guardianes de la América cordial y verdadera”, “tres hermanas”. Concluía Martí su expresión, al referirse a la unidad de las tres Antillas de habla hispana señalando:


“Las tres Antillas que han de salvarse juntas, o juntas han de perecer, las tres vigías de la América hospitalaria y durable, las tres hermanas que de siglos atrás se vienen intercambiando los hijos y enviándose libertadores, las tres islas abrazadas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.”


El derecho al independencia nacional de la República Dominicana fue ganado por su pueblo en abierta y clara lucha por la libertad, revalidando ese desiderátum o aspiración, incluso a lo largo de sanguinarias dictaduras, donde destaca entre ellas la impuesta por Rafael Leónidas Trujillo durante el Siglo 20; o de gobiernos autoritarios, antipopulares y sanguinarios como fue el de Joaquín Balaguer a partir del año 1966, una vez culminada la Guerra de Abril de 1965. Recordemos que la Revolución da Abril como se le conoce, fue iniciada por el pueblo dominicano reclamando el restablecimiento de la Constitución aprobada luego del derrocamiento de la Dictadura de Trujillo, bajo el efímero gobierno electo de Juan Bosch Gaviño en 1963.


No sin razón histórica, los primeros cuatro versos del himno nacional dominicano resumen estas gloriosas gestas patrióticas de lucha por la independencia nacional al decir:

“Quisqueyanos valientes alcemos

Nuestro canto con viva emoción

Y del mundo a la faz ostentemos

Nuestro invicto glorioso pendón.


¡Salve! El pueblo que intrépido y fuerte

A la guerra a morir se lanzó

Cuando en bélico reto de muerte

Sus cadenas de esclavo rompió.


Ningún pueblo ser libre merece

Si es esclavo indolente y servil

Si en su pecho la llama no crece

Que templó el heroísmo viril.


Más Quisqueya la indómita y brava

Siempre altiva su frente alzará

Que si fuera mil veces esclava

Otras tantas ser libre sabrá.”


En nuestra Patria, Puerto Rico, donde tantos hermanos y hermanas dominicanas comparten nuestros sueños, anhelos y deseos, nos honra hoy rememorar una fecha de tanta importancia en la formación histórica de un pueblo hermano. Un pueblo que hoy acoge y honra los restos mortales del patriota mayagüezano Eugenio María de Hostos; un pueblo que nos une en la sangre antillana con el Padre de la Patria puertorriqueña, Ramón Emeterio Betances y otros tantos patriotas, que en la perspectiva histórica, nos permiten aún al presente, seguir añorando la idea de una Confederación de las Antillas en todo único donde se solidifique en una sola patria, Cuba, Haití, Dominicana y Puerto Rico.



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