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La importancia de la UTIER para el Pueblo Trabajador

La dificultad mayor que enfrento para establecer la importancia de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER) para el pueblo trabajador es la falta de objetividad que pueda faltarme ante la vinculación a este gremio por casi medio siglo.

Establecida esta dificultad, voy a intentar compartir con ustedes tres aportaciones de la UTIER que, desde mi perspectiva, trascienden el marco de la representación de su matrícula, aunque no dejan de estar estrechamente relacionadas a ésta.


La primera aportación de importancia para la clase trabajadora es la valoración de la vida del trabajador a través del énfasis que le ha dado la UTIER a los asuntos de salud y seguridad en el trabajo.


Para la clase patronal el asunto de la salud y la seguridad de los trabajadores es una gestión que corresponde individualmente a cada uno de nosotros aún cuando constitucionalmente (Artículo II, Sección 16) debe garantizar a los trabajadores un ambiente libre de riesgos a la salud y seguridad de los trabajadores. Aunque se hace una reserva de “días por enfermedad” en el contrato laboral y la legislación impone un conjunto de normas para garantizar la seguridad del lugar de empleo, el patrono siempre mantiene distancia de esta realidad. Su interés fundamental está en lograr las metas de producción independientemente el costo que, en términos de la integridad física, tenga que pagar el trabajador.


Las demandas de la UTIER, sus continuos reclamos de cumplimiento estricto de los protocolos de seguridad, sus denuncias, su activa intervención en las investigaciones de los accidentes del trabajo, la contundente denuncia en los medios de comunicación masiva de las reiteradas violaciones de la Autoridad de Energía Eléctrica a sus propias normas de seguridad, la puesta en práctica de un proceso de educación continua a la matrícula sobre el tema, la negociación de planes médicos con la cobertura más amplia posible, su vertical denuncia de las acciones patronales que dan lugar a los accidentes fatales - llamando por su nombre y apellidos a los causantes directos de los mismos- , sus continuas reclamaciones ante los organismos que regulan la salud y la seguridad en el trabajo para que realicen eficazmente su labor, su llamado de que al trabajo no venimos a morir, han logrado desarrollar un nivel de conciencia superior en su matrícula y entre la clase trabajadora puertorriqueña.


En esta dirección cabe destacar el extraordinario logro de haber forzado la realización del estudio epidemiológico que sobre la exposición al asbesto y a otras sustancias tóxicas en la Autoridad de Energía Eléctrica. La exposición mediática del reclamo, la continua exposición pública del evento mientras se desarrollaba y la publicación de los resultados, hizo del mismo un punto de referencia para la investigación de situaciones similares en otros talleres y la incorporación de cláusulas de salud y seguridad en muchos otros convenios.


Para que podamos aquilatar en su verdadera dimensión la importancia de luchar por la salud y la seguridad en el trabajo, examinemos las cifras que ofrece la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este organismo calcula unos 2.3 millones de mujeres y hombres de todo el mundo fallecen cada año a causa de accidentes o enfermedades laborales, lo que equivale a más de 6,000 muertes diarias.


La segunda aportación significativa de la UTIER para el pueblo trabajador que deseamos destacar esta tarde, aportación que personalmente consideramos la de mayor importancia en términos sociales, es la defensa de la Autoridad de Energía Eléctrica como un bien patrimonial y derecho humano del pueblo de Puerto Rico, intransferible a la empresa privada.


De entrada queremos hacer una precisión que consideramos necesaria. El hecho de que la clase patronal, representada por la Junta Dictatorial y la administración gubernamental, pasadas y presentes, momentáneamente hayan avanzado un paso en la transferencia de la Autoridad de Energía Eléctrica a manos de un ente privado no desmerece la aportación de la UTIER en el desarrollo de una conciencia social sobre lo erróneo de dicha acción.


La UTIER ha sido consistente al denunciar, en primer lugar, el proceso de demonizar a sus empleados categorizándolos como trabajadores súper privilegiados en sus condiciones de trabajo, excesivamente pagados, engreídos y caprichosos en la defensa de su derecho a trabajar de forma segura, aventajados por su convenio colectivo y en especial por su cláusula de seguridad de empleo, desarrollando así la percepción generalizada de un grupo trabajador que estaba por encima y distante de la clase trabajadora puertorriqueña cuyos beneficios económicos gravitaban negativamente sobre las operaciones financieras de la corporación pública haciendo que aumentaran la factura.


También la UTIER ha señalado puntualmente la política de inhabilitación y abandono que se articula con el deliberado propósito de hacer fallar el sistema eléctrico, generar el malestar público por las insuficiencias e incapacidades de la corporación pública y las condiciones de privilegio de su personal para justificar de esta manera su traspaso a la empresa privada.


La UTIER compareció ante el poder legislativo y ante el pueblo para señalar lo errado de la legislación habilitadora para cumplir con la aspiración de la clase patronal de desregular el suministro de energía necesario al país y ponerlo bajo la administración de la empresa privada.


Sin quitarse en ningún momento, la UTIER ha continuado desarrollando su papel de instrumento aleccionador de nuestro pueblo sobre la incongruencia de privatizar la primera industria del país. Analizando críticamente el desempeño del ente privatizador ha persistido en su labor educativa para el de desarrollo de la conciencia del pueblo trabajador sobre las graves consecuencias que ya tiene sobre el país y tendrá en su futuro la adopción de las medidas que proclama como necesarias el pensamiento neoliberal por el cual hoy se conduce la economía de Puerto Rico.


No tenemos la menor duda del adelanto que ha tenido nuestro pueblo en el entendimiento del mensaje que consistentemente ha desarrollado la UTIER. Su claro compromiso de clase, el permanente ejercicio de levantar el sistema eléctrico tantas veces como ha enfrentado los embates de la naturaleza, sus expresiones y análisis sustentados siempre en la verdad de los hechos, la integridad con la cual ha enfrentado cada uno de los retos que le ha puesto de frente el sistema que busca desesperadamente su destrucción y el valor, la constancia y el alto sentido de identidad con su sindicato que tienen los hombres y mujeres que la integran, constituyen la mejor demostración de la importancia de la UTIER para el pueblo trabajador puertorriqueño.


Finalmente hay una tercera aportación que ha hecho la UTIER al pueblo trabajador puertorriqueño y que con toda probabilidad ha sido una de las razones de mayor peso para el odio visceral que la clase patronal y los sectores que simpatizan con la misma hayan generado contra este sindicato.


Odio que los ha llevado a inhabilitarla de representar a los trabajadores dentro del consorcio privatizador y que han demostrado estar dispuestos a hacer pagar a la totalidad del pueblo puertorriqueño al tener que importar trabajadores a un costo más alto para sustituir a los que deliberadamente desplazaron.


La UTIER ha sido el sindicato que más visiblemente ha luchado en nuestro país porque, dentro del sector gubernamental, se pague el más justo valor por el trabajo realizado y los riesgos asumidos por su matrícula.


No es que se haya logrado pagar lo que justamente vale el trabajo de los empleados de la AEE, pero ciertamente las escalas de salario negociadas por las UTIER establecieron en su momento el punto de referencia para la valorización del trabajo de los empleados públicos del país y también para muchas de las empresas privadas.


En la historia del movimiento obrero puertorriqueño la UTIER tiene un espacio reservado que se ha ganado al precio de sus luchas, de sus fracasos, de sus triunfos y el sacrificio de sus mártires.

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