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BETANCES

Por: William Pérez Vega

Yo sé que nunca fuiste miedo

porque eres viento de luz en tu voz valiente

por donde nos encontramos tantas veces

en el estallido de todas, de todos

los que a luchar se atreven cada día

en el “himno que hará salir fusiles de la tierra

que arrastre las piedras

y sople fuego sobre los déspotas”

como aquella noche de Vieques

por donde le ponemos el pecho a las balas

para pescar la vida en su lancha de gritos

que todavía nos duele por las redes de la ignominia,

en las piedras de fuego

por las calles de la universidad

que quieren quitarnos cada día

porque le tienen miedo a la rabia de los irredentos,

por la algarabía frente a los portones

que tantas veces han sido campo de batalla

como cuando nos quieren borrar la historia

que siempre arde en la sangre de mi aldea,

en las balas de la eternidad cuando Lola y Rafael

para gritarle al mundo que seremos libres,

en la consigna de sangre sobre las paredes

del domingo de ramos una tarde del sur,

en las avenidas del primero de mayo

donde gritamos que la milla de oro

es tan solo una cueva de ladrones

e inventamos a golpe y grito la ruta de la dignidad

hasta hacer de todo el pueblo

una hoguera, un infierno para los ladrones

y que salgan las ratas de su Fortaleza

como aquella vergüenza del rey desnudo

cuyo nombre es mejor olvidar

al ritmo de todas las cacerolas

por donde se asomaba la patria amanecida

porque vamos contigo en Pedro y Filiberto,

en Lola y Lola, en Rafa y Andrés

como ahora en los que hoy dicen presente

que pueden llamarse María, Eva o Milagros

o bien Ángel, Solimar, Darío, Eduardo, Rita y tantos, tantas…

porque vamos en la sílaba de todos los nombres

como cuando decimos Juana por las calles

de mi pueblo que nunca se ha callado

como una niña en los ojos de un sueño

porque queremos decir nuestra tierra,

nuestro patio grande para la ronda de juegos

el surco para todas las simientes

y le ganaremos la guerra a la intemperie

como casas y panes para todas las hambres

bajo la lumbre de aquella estrella sola

donde seguramente todavía estamos

en el mismo grito de Lares y de Yara

con el brillo de alas en el mismo pájaro,

de aquel himno que un día reclamaste,

cuando la utopía que prometimos alcanzar

y donde estamos seguros de encontrarte

en el abrazo de los pueblos libres,

Betances.

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