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LA IX CUMBRE DE LAS AMÉRICAS:

El veto imperialista contra la República Bolivariana de Venezuela, Cuba, Nicaragua y sus consecuencias

Por: Alejandro Torres Rivera

Bajo el lema “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”, se ha llevado a cabo durante los días 6 al 10 de junio en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, la Novena Cumbre de las Américas. Se trata de un evento que se supone reúna cada tres o cuatro años a los presidentes de los 35 Estados soberanos de América del Norte, América Central, América del Sur y el Caribe.

La primera de estas cumbres tuvo lugar en la ciudad de Miami, Estados Unidos de América, en el año 1994. En aquella ocasión fueron 34 los países que respondieron a la convocatoria, dada la exclusión todavía vigente a esa fecha, de la República de Cuba. De acuerdo con el presidente de los Estados Unidos, William Jefferson Clinton, el propósito de la Cumbre era desarrollar una “asociación para la prosperidad”. Eran años en los cuales Estados Unidos impulsaba agresivamente la idea, consumado ya su Tratado de Libre Comercio con Canadá y México (TLC), de un nuevo acuerdo comercial que integrara todos los países del hemisferio americano a través de un Tratado de Libre Comercio para las Américas. El nuevo esquema fue denominado por los Estados Unidos como Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

A través de este evento, en Cumbres ordinarias siguientes, efectuadas en Santiago de Chile en 1998; Quebec en Canadá en 2001; Mar de Plata en Argentina en 2005; Trinidad y Tobago en 2009; Cartagena de Indias en Colombia en 2012; Ciudad de Panamá en Panamá en 2015; y en Lima, Perú, en 2018, los dirigentes de estos Estados participantes han abordado los temas de la integración física de las Américas; la reducción de la pobreza y las inequidades en las regiones; los desastres naturales; el acceso y uso de las tecnologías; y la seguridad hemisférica. Se han desarrollado, además, dos cumbres extraordinarias, una en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia en 1996; y otra en Monterrey, México, en el 2004.

Las Cumbres realizadas en Quebec y Mar de Plata fueron también eventos que generaron importantes protestas sociales. Fue precisamente en la Cumbre efectuada en Mar de Plata en 2005 cuando fracasó a escala estratégica la pretensión de los Estados Unidos de imponer el ALCA, quedando reducidos sus esfuerzos a distintas negociaciones bilaterales de acuerdos de libre comercio con países de América Central y América del Sur.

La respuesta a los esfuerzos de los Estados Unidos por imponer el ALCA a los países latinoamericanos y caribeños la encabezó el entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el Comandante Hugo Chávez Frías. Su propuesta alterna fue la creación de la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA). Esta integró en un mismo propósito a 13 países (Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Surinam). Otro un país figuró como observador, Haití. El esfuerzo sirvió de zapata para otros esfuerzos integradores para los pueblos latinoamericanos, como fueron la ampliación del MERCOSUR, la formación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y posteriormente, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

En ocasión de la celebración de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, desde el seno de varios países latinoamericanos surgió el reclamo de la inclusión de Cuba en la lista de Estados soberanos participantes en el organismo.

Ya el 3 de junio de 2009, en una reunión de cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada en San Pedro Sula, Honduras, se había aprobado una Resolución en virtud de la cual, aún bajo la abierta molestia por la entonces Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, quedó sin efecto la Resolución adoptada el 31 de enero de 1962 excluyendo a Cuba del seno del Sistema Interamericano, y en consecuencia, de dicha entidad, la misma que en su día fuera calificada por el Canciller cubano Raúl Roa como el “ministerio de colonias de los Estados Unidos.”

La convocatoria a la Cumbre de 2018 se produjo en medio de esfuerzos llevados a cabo por la República de Perú, de excluir a la República Bolivariana de Venezuela. El presidente peruano, Pablo Kuczynski, amenazó al presidente venezolano Nicolás Maduro Moros con movilizaciones de protestas de este presentarse a la Cumbre, y más adelante, manifestó su oposición a la presencia de Maduro en suelo peruano. La entonces primer ministro de Perú, Mercedes Aráoz, fue más lejos en su rechazo a la presencia de Nicolás Maduro en la VIII Cumbre. Ésta indicó, más allá del absurdo, que si un avión venezolano entraba en el espacio aéreo de Perú transportando al presidente Maduro, el cual no había sido invitado a la Cumbre, ordenaría a la Fuerza Aérea de Perú el derribo de la nave.

La respuesta del presidente Maduro no se hizo esperar. Señaló que sí estaría presente en la Cumbre “llueva, truene o relampaguee, por aire, tierra o mar”; e indicó de paso, que la conducta de los dirigentes peruanos era una manifestación del miedo a su persona.

De acuerdo con el escrito bajo la firma de Isaac Bigio, publicado entonces por ALAI (Agencia Latinoamericana de Información) titulado Las Américas sin Cumbre, era la primera vez en la historia de los organismos de integración regional antes mencionados en los cuales se amenazaba con derribar la nave en la que viajaría el presidente de uno de los países que integran tales organismos regionales. De esto ocurrir, indicaba Bigio, tal acción podría ser interpretado como un acto de guerra contra el país de donde procede la nave, y ciertamente, una violación de los tratados internacionales sobre navegación aérea.

El diferendo entre Perú y Venezuela tenía, además, otras connotaciones y antecedentes. El 8 de agosto de 2017 se había conformado el llamado “Grupo de Lima” con el único y deliberado propósito de ejercer intromisión en los asuntos internos de Venezuela. El ya desintegrado Grupo de Lima, también denominado “GL” se oponía a la decisión soberana de Venezuela de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para reestructurar el Estado político del país. El GL rechazaba también, el ejercicio soberano de Venezuela de adelantar la fecha de sus comicios para la presidencia de la República. El GL también intervenía en los asuntos internos de Venezuela y las determinaciones de sus tribunales que habían sancionado penalmente a personas que violaron la legalidad del país, promoviendo Golpes de Estado, o manifestaciones violentas dirigidas a desestabilizar el país; e incluso, a aquellos que en complicidad con otros países, promovían el cambio violento del gobierno constitucional de Venezuela.

El GL lo integraban para entonces Canadá, Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, la República Cooperativa de Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía. Entre estos países a la altura de 2018 se encontraban gobiernos en los cuales se habían producido Golpes de Estado (Brasil, Honduras, Guatemala y Paraguay); países abrazados a modelos neoliberales de gobierno, responsables de empobrecer cada día más a sus respectivas poblaciones con medidas de choque (Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Paraguay, Panamá, Guatemala y Perú); países en continuo conflicto fronterizo con Venezuela (Colombia y la República Cooperativa de Guyana); y claro está, países con profundos lazos o cercanías con el gobierno de Estados Unidos, categoría donde también entonces cabían todos los anteriores.

No puede dejar de mencionarse la gira efectuada por el Secretario de Estado de los Estados Unidos durante los días 1 al 7 de febrero de 2018 donde visitó México, Colombia, Argentina, Perú y Jamaica; o los acercamientos en el plano militar efectuados por los Estados Unidos durante el año previo, en el cual se desarrollaron cuatro ejercicios militares con efectivos del Comando Sur en los que participaron destacadamente tropas de Brasil, Perú y Colombia. Entre los planes del presidente peruano de entonces se encontraba un viaje a los Estados Unidos para sostener conversaciones con el presidente Donald Trump, y como parte de éstas, ultimar detalles relacionados con la celebración de la VIII Cumbre de las Américas.

En ésta IX Cumbre de las Américas a celebrarse en la ciudad de Los Ángeles, una vez más excluye anticipadamente a Cuba, la República Bolivariana de Venezuela y Nicaragua. En el caso de. Cuba, recordemos que en la Cumbre realizada en 2015 en Ciudad de Panamá siendo presidente de los Estados Unidos Barak Obama, Cuba sí participó siendo Joseph Biden el vicepresidente estadounidense.

Para esta IX Cumbre el presidente Biden, a pesar de la exclusión de tres países latinoamericanos y caribeños, anunció su invitación al presidente del gobierno del estado español, Pedro Sánchez. A juicio de algunos observadores, la presencia de Sánchez en este tipo de evento, en momentos en que precisamente el gobierno español le ha dado la espalda al gobierno venezolano y reconocido la legitimidad de Juan Guaidó como “presidente encargado” de Venezuela; en momentos en que el Estado español mantiene un discurso agresivo hacia Cuba y Nicaragua en torno al tema de derechos humanos; en momentos en que España se acerca más a las políticas trazadas por Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN en aspectos de seguridad; tal invitación lejos de constituir un elemento de acercamiento con el resto de los países de América Latina es su contrario.

La exclusión unilateral por parte de los Estados Unidos de Cuba, Venezuela y Nicaragua se ha basado en que alegadamente tales gobiernos no cumplen con las normas de democracia, violando así los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Se indica que bajo la VIII Cumbre celebrada en Lima, con la presión del GL, se aprobó la Carta Democrática Interamericana según la cual sólo pueden asistir a la Cumbre jefes de Estado elegidos democráticamente.

Esta decisión estadounidense, sin embargo, provocó la indignación del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien adelantó que personalmente boicotearía la Cumbre no asistiendo. En su lugar delegó la participación de México en su canciller, Marcelo Ebrard. Otros jefes de Estado, como son Luis Arce de Bolivia, Xiomara Castro de Honduras y el Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas, tampoco participaron de la IX Cumbre.

Destaca aún más la ausencia de López Obrador en la medida que se produce a pesar de que uno de los ejes temáticos de la Cumbre será el tema migratorio. Este tema ha sido durante largos años un asunto de gran importancia para las relaciones entre México y los Estados Unidos dadas las complejas situaciones que genera el tránsito de miles de ciudadanos provenientes de distintos países de la región norte de América del Sur, América Central y el Caribe que se desplazan por tierra hacia la frontera que comparten ambos países para desde allí hacer su ingreso ilegal a los Estados Unidos.

De hecho, en momentos en que se estuvo desarrollando la Cumbre, miles de personas, incluyendo venezolanos, colombianos, haitianos, cubanos y de otras nacionalidades, transitaban desde Colombia y América Central, disponiéndose a ingresar en suelo mexicano para desde allí dirigirse en una caravana humana hacia los Estados Unidos.

Señala la publicación La pupila insomne que el senador estadounidense de origen cubano, Marco Rubio, en una audiencia ante el Senado federal el pasado 26 de mayo, manifestó que no creía que los Estados Unidos “debería ser ‘buleado’ o presionado sobre a quién invitar a una cumbre”, de la cual Estados Unidos era el anfitrión. Señaló también en referencia a López Obrador: “Si no quiere venir, que no venga…Y si gente que desea que dictadores vengan deciden boicotear, entonces sabremos quiénes son los verdaderos amigos en la región.”

Se indicó previo al inicio de la Cumbre que el presidente argentino Alberto Fernández, quien al presente es a su vez el presidente pro tempore de la CELAC, sería el portavoz de las protestas de Venezuela, Cuba y Nicaragua por su exclusión del evento. El presidente argentino, por su parte, expresó que defendería “los derechos de América Latina”, e igualmente, “la unidad de la región”.

En su discurso en la Cumbre, Fernández lamentó que no se encontraran presentes todos quienes deberían haber estado, ello en clara referencia a la ausencia por falta invitación a de Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como en protesta por tal exclusión, de Honduras y Bolivia. Fernández criticó también las sanciones económicas por parte de Estados Unidos impuestas a Cuba y Venezuela.

Fernández, denunció la complicidad de la OEA en el Golpe de Estado contra Bolivia. Condenó veladamente a las acciones de su Secretario General, Luis Almagro, mientras solicitaba a su vez una reforma del organismo. Rechazó las políticas adoptadas por la Administración Trump, aún vigentes bajo el actual mandato de Joseph Biden; y demandó que la conducción del Banco Interamericano de Desarrollo regresara a manos de la región.

Por su parte, el presidente venezolano Nicolás Maduro expresó que sentía bien representado por el presidente argentino. A tales efectos indicó:

“Agradezco su posición valiente. Los pueblos humildes del continente reconocen su firmeza y suman su voz al cuestionar la política errática imperial que pretende dividir nuestro continente.”

Diez días antes de esta Cumbre, en La Habana se reunieron representantes de diez naciones pertenecientes a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

El Primer Ministro de Belice John Briceño, luego de deplorar la ausencia de Venezuela en el evento, afirmó al dirigirse a los asistentes a esta IX Cumbre, que era “inexcusable que todos los países de las Américas” no estuvieran presente. Señaló que “el poder de la Cumbre” se veía disminuida por su ausencia. Igualmente hizo un llamado a los Estados Unidos a poner fin al Bloqueo a Cuba, calificándolo de “antiamericano” y de una “afrenta a la humanidad”. Señaló, además, lo siguiente:

“El futuro del hemisferio occidental es una pregunta para todos los países de este hemisferio. Independientemente de nuestro tamaño, nuestro PIB, nuestro sistema de gobierno, todos tenemos un interés compartido en un futuro sostenible, resiliente y equitativo.”

Por su parte, mientras el presidente cubano señalaba que los Estados Unidos no tenían “el poder de silenciar la verdad”, su canciller Bruno Rodríguez enfatizaba lo siguiente:

“La cita antidemocrática y excluyente es un nuevo revés para el gobierno de EE UU, cegado por su soberbia y desprecio a la región. Mientras insista en aplicar su Doctrina Monroe estará condenado al descrédito y al aislamiento.”

En momentos en que el mapa de América Latina y de sus gobiernos comienza a tornarse nuevamente favorable a su propia integración continental y caribeña, de acuerdo con Dan Restrepo, ex diplomático bajo la Administración de Barak Obama para América Latina, la Cumbre de las Américas ya no persigue su propósito de promover los intereses de los Estados Unidos en las Américas. A tal efecto, indica: “Ha llegado el momento de poner fin a la Cumbre de las Américas.”

En la misma dirección se expresa La pupila insomne al referirse a las expresiones de Christopher Sabatini en la publicación Foreign Affairs, al señalar que esta cumbre “podría ser percibida como la tumba de la influencia estadounidense en la región”; o las expresiones de Miguel Tinker Salas, en entrevista con el periódico Los Ángeles Times, señalando que la postura del presidente mexicano López Obrador demuestra “la fractura de la hegemonía estadounidense que Washington gozaba cuando inauguró las cumbres en 1994.”

Habrá que ver si luego de esta experiencia en Los Ángeles, realmente existen condiciones para una X Cumbre de las Américas.


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