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Playa Girón: Un recuerdo vivo, una pasión presente

Por: Yhonny García Calles

Definitivamente recordar es vivir. Frase muy conocida pero que viene como anillo al dedo para describir lo que sintió la delegación venezolana el 16 de abril del 2001, hace 20 años, con motivo de celebrarse el cuadragésimo aniversario de la Victoria de Playa Girón, en Cuba.


Y es que precisamente para esa fecha arribo a la ciudad de La Habana, una delegación, conformado por 200 compañeros entre los que nos encontrábamos miembros de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores( FBT) y jóvenes del Movimiento Quinta República (MVR) quienes correspondíamos a la invitación realizada por la Central de Trabajadores de Cuba( CTC) y la Unión de Jóvenes Comunistas( UJC) a un intercambio en el marco de las actividades de la proclamación del carácter socialista de la revolución cubana y también de las actividades en ocasión del 40 aniversario de la victoria de Playa Girón, gesta heroica con la que el pueblos cubano defendió su soberanía y su revolución.


Recuerdo que frente a dicha delegación se encontraba el diputado Nicolás Maduro Moros, hoy Presidente legítimo y constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, igualmente el diputado Tarek William Saab, actual Fiscal General de la República, el compatriota José “Chino” Khan, ya fallecido, y el legendario dirigente sindical zuliano Edgar Mujica entre otros.


Fue una emoción indescriptible, sin duda alguna. Recorrimos varias calles junto a los batallones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Milicianos conformado por hombres, mujeres, jóvenes que con sus armas en mano iban concientes al encuentro del Comandante Fidel, en un hecho sin precedentes en las históricas esquinas de 12 y 23, en el mismo lugar y la misma hora donde hacía 40 años había pronunciado su discurso. Para llegar allí debimos pasar en medio de arcos de honor, hecho con los fusiles en alto, con los cuales jurarían defender nuevamente la Patria ante cualquier intento del imperialismo y sus aliados. Plenos de una emoción inenarrable, nos escoltaban hasta llegar a escasos 20 metros de la tarima principal. En la hora convenida apareció la figura gigante del Invicto Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz con su fusil al hombro, y con él varios compañeros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba( PCC).


Aún retumban esas primeras palabras de Fidel. Llenas de fuerza y coraje, donde no sólo ratificó que a esa misma hora, 4 décadas atrás se proclamó el carácter socialista de la revolución; subrayando: “Aquí acabamos de enterrar a los caídos del artero ataque del amanecer 15 de abril de 1961, donde los aviones bombarderos B26 del gobierno de Estados Unidos con insignias de las Fuerzas Aéreas Cubanas, perpetraron sus ataques a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, con el saldo trágico de seis milicianos cubanos fallecidos y otras 53 personas heridas entre ellos se cuentan cinco niños en las cercanía de Ciudad Libertad”.


Las palabras removieron las fibras de todos los que con tanta admiración estábamos allí. Y más adelante ese Fidel Invencible: describió que ese día el enemigo en su artero ataque había perdido 14 pilotos, cuatro de ellos norteamericanos, demostrando la complicidad yankee en el evento.


Y así, poco a poco, fue ilustrando a las nuevas generaciones que escuchábamos con atención, entre cubanos y un importante grupo de invitados internacionales allí presentes, la heroica gesta librada por los combatientes cubanos y de cómo se desarrollaron los hechos. Aún está muy fresca en mi mente cuando señalo que había utilizado argumentos para denunciar la cínica conducta del gobernante de Estados Unidos para configurar un arsenal de mentiras y torcer la realidad de lo ocurrido. Leyó varios cables entre ellos de agencias norteamericanas que detallaban el montaje de que habían sido aviones cubanos desertores los que encabezaron esta acción. La verdad de los hechos tergiversada que fue acogida en gran parte del mundo para hacer creer que había sido una insurrección militar de las fuerzas cubanas, situación que Fidel se encargó de desmentir para humillación y desvergüenza de los promotores de la frustrada invasión.


Fidel fue más determinante cuando señalo: “Lo que los imperialistas no pueden perdonarnos es que hayamos hecho una revolución socialista ante sus propias narices. Lo que los imperialistas no pueden perdonarnos es la dignidad, el valor, la entereza con la que hoy estamos aquí”. Con nuestro patriotismo y nuestra firmeza ideológica. Esta revolución socialista que defenderemos no sólo con esos fusiles. La defenderemos con el valor de los milicianos, con hombres y mujeres del pueblo.


La reacción, la euforia fueron inmediatas. De aplausos, de vítores, de alegría. Preguntó Fidel, ¿quiénes tienen las armas?, y los presente exclamaron: el pueblo!, ¡el pueblo! Están en manos de los señoritos? ¡Nooo!. ¿Qué manos son las que levantan esas armas? inquiría Fidel, mientras la exclamación multitudinaria era ¡son del pueblo! Esta revolución de los humildes! por los humildes! y para los humildes! dispuestos a dar la vida compatriotas de ayer, hoy y mañana!.


Girón ha sido la gloria, la victoria suprema para el pueblo cubano. Atrás quedaba la peregrina idea de volver a asaltar a la naciente revolución cubana por los gobiernos imperialistas de Estados Unidos, los mismos que habían hundido a Cuba en la peor de sus etapas políticas. Fidel desnudando la historia, recuerdo que dijo que lo habían hecho en el momento exacto y preciso y fueron lo suficientemente audaces para enfrentarlo.


En una parte de su discurso, citó el Invicto Comandante: el norte revuelto y brutal que nos desprecia, como lo había señalado Martí, expreso contundentemente ¡Glorioso mil veces fue aquel día en que aquí se proclamó el carácter socialista de la revolución cubana!. Hoy tal vez habría sido demasiado tarde. El 1ero de enero de 1959 nos ofreció la oportunidad histórica, sin el socialismo no habríamos podido superar todas las condiciones en la cual estaba sumido el pueblo cubano.


La adrenalina se desbordó cuando pronunció la frase inmortal del Titán de Bronce: “Quien intente apoderarse de Cuba solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangres, si no perece en la contienda”. La emoción de ese caudal humano, esa vorágine de energía y sentimiento era el éxtasis. Esto no era más que la confirmación de que el pueblo cubano heredero de Maceo y Martí proseguía el mismo largo camino recorrido en esas difíciles condiciones, reafirmando que ni siquiera el polvo anegado en sangre, porque no tendría otra alternativa que perecer en la contienda. Y finalizó; en medio del torrente multitudinario, “Patria o muerte ¡Venceremos!


La mayor sorpresa del día estaba por suceder, nos dirigimos al Monumento del Apóstol “José Martí” y de allí al Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), donde se nos ofreció un agasajo para toda la delegación y que tendría como anfitrión al propio Fidel Castro Ruz. Todos emocionados y agolpados cerca de la puerta por donde haría su aparición. Entro en aquel salón con su gorra de estrella insurrecta, el Caiguarán Invencible en su verde olivo, esa figura luminosa de casi dos metros de altura, de grata expresión y su chapa de comandante en Jefe.


Fue un compartir inolvidable. Indescriptible la energía que transmite un líder de la talla mundial de Fidel. Así preguntó a cada uno de los presentes que responsabilidades desempeñábamos, a todos nos conminó a cuidar y proteger al Comandante Hugo Chávez Frías. A mí, de manera particular, pudo reconocerme ya que un año antes lo había saludado en otra actividad.


Fue un gran día ese del Abril victorioso de Girón, revivir la alegría y pasión de los momentos y detalles de la primera derrota del imperialismo en tierras americanas, que dejó una huella imborrable en quienes participamos en aquella experiencia que jamás olvidaremos.


Un año después vivimos en carne propia, la felonía propiciada por el imperialismo yankee, quienes el 11 de abril de 2002 de un zarpazo secuestraban y derrocaban al Comandante Hugo Chávez Frías, pero la reacción unitaria de nuestro pueblo y sus fuerzas armadas patrióticas en perfecta Unión Cívico Militar, recobró en 48 hora el hilo democrático y restituyo las garantías para la continuidad de la naciente Revolución Bolivariana. Son dos abriles, son dos pasiones, dos pueblos, son los sueños de Bolívar y Martí dos líderes Fidel y Chávez en sus afanes de construir patrias libres, soberanas e independientes, enmarcadas en la solidaridad, en la fidelidad y hermandad histórica de nuestros pueblos y en la firme creencia que Cuba y Venezuela son una sola bandera.

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