El desprecio no es una actitud que conduce al conocimiento. Cuando viene cargado de acritud e intolerancia, lejos de abrir la mente propia o ajena, la cierra y la pudre. La crítica, por el contrario, abre el entendimiento. Puede y debe alentar el crecimiento y el desarrollo humano. La crítica puede ser crucial para aquel que la recibe si es tomada como impulso para crecer. Pero lejos de ir cargada de odio o resentimiento, debe estar motivada por el deseo de entender y comprender lo criticado. Ya es un lugar común destacar los espectáculos de Bad Bunny como fenómenos sociales masivos. Su proyección no se limita a Puerto Rico. Incluye como escenario el mundo entero. Si hay un artista global con capacidad de imantar la diversidad juvenil es Benito Martínez Ocasio. El jueves 28 de julio ofreció el primero de tres espectáculos – fiesta-baile – que abarrotó el Coliseo José Miguel Agrelot y llenó múltiples plazas públicas en diferentes partes de la isla. El viernes y sábado repitió la masividad en el Coliseo. En cada nuevo espectáculo, Benito superó sus propios límites y proyectó su personalidad sobre una entusiasta multitud.
No pretendo analizar a fondo un fenómeno tan complejo cuya irradiación tiene una dimensión global. Solo me interesa observar algunas características de este fenómeno llamado Bad Bunny. Lo primero que captó mi atención fue su disposición a abrir su espectáculo no solo al recuerdo de los cantantes que influyeron en su formación juvenil, sino su entusiasmo al presentarlos en su escenario, acompañándolos con el recuerdo de sus canciones anteriores. La fuerza presencial, por ejemplo, de Chencho Corleone reviviendo canciones de un pasado reciente tuvo un gran impacto en la juventud y puso en acción la memoria de muchas de las personas asistentes a su espectáculo. Benito los incorporó a su escenario y los convirtió en dínamos, embragues poderosos del ritmo de su evento. De esta forma, abrió la memoria de su público con canciones ajenas, con canciones propias y con múltiples referencias artísticas y sociales. Con su innegable presencia escénica, con su movimiento incansable sobre la tarima, proyectó humildad y generosidad.
Fueron muchos los y las artistas que pasaron por su tarima. Allí estuvo Tony Dize, Jhay Cortez, Tommy Torres, Arcángel, Jowell y Randy, Rauw Alejandro, Mora, así como destacadas cantantes de los grupos Buscabulla, The Marías y Bomba Estéreo. Sorprendió al público con invitadas especiales como Villano Antillano, Young Miko y RaiNao, brindándoles el espacio para que presentaran su música y haciéndoles coro de forma solidaria.
La multitud presente en el Coliseo durante los tres días de fiesta y baile, además de las múltiples pantallas montadas en diferentes plaza públicas en diferentes pueblos y ciudades de la isla, el 28 de julio, abarrotadas de público, fue algo imponente que nos debe motivar a pensar. Los diferentes eventos organizados por el Conejo Malo contrastan con tres actividades históricas celebradas también en el mismo mes: el 4 de julio, día de la Independencia de los Estados Unidos, el 25 de julio, día del Estado Libre Asociado, y el 27 de julio, día de José Celso Barbosa. En el pasado, cuando las dos organizaciones del bipartidismo movilizaban sectores considerables de nuestra sociedad, celebraban actividades muy concurridas. Este año, las tres actividades fueron realmente patéticas, deslucidas, raquíticas y hasta vergonzosas. La participación impresionante en las actividades de Benito, la enorme energía humana allí desplegada, contrasta con la vaciedad, el acartonamiento y la falta de público de las celebraciones oficiales promovidas por los dos partidos de gobierno. Si se pretendiera buscar alguna semejanza con las muchas decenas de miles de personas activadas por toda la isla, habría que recurrir a las movilizaciones monumentales de 2019, cuyo resultado fue expulsar de La Fortaleza al gobernador Ricardo Rosselló.
Cuando se observa el agudo resentimiento de personas que se manifiestan en los medios sociales, refiriéndose a Benito con expresiones hostiles y de desprecio, también incluyendo a la juventud que lo sigue y vibra con él, me pregunto qué puede motivar una repulsión tan visceral. Hay una acusación reiterada, incluso por representantes religiosos, contra esa juventud: camina descarriada, está perdida, o se han disipado sus valores. Hay algo evidente en acusaciones de este tipo. No hay duda alguna de que apuntan hacia una peligrosa pérdida, pero es preciso destacar su naturaleza. Es cierto, los dos partidos de gobierno, PNP y PPD, han perdido a la juventud. Ya no tienen capacidad de convocatoria para movilizarlos. Cuando Benito afirma en su gran fiesta-baile, “Puerto Rico es de nosotros”, no debemos ignonarlo. Fue conmovedor escuchar un Coliseo tepe a tepe, con una multitud gritando: “lucha sí, entrega no”. Como también fue conmovedor oír a Benito afirmar que Puerto Rico es el único lugar donde sus presentaciones le exigen la presencia de quince plantas eléctricas para atender la amenaza real de que su espectáculo quede en la oscuridad ante un fallo energético. Ante esa innegable realidad nadie puede quitarle fuerza a su expresión “al carajo LUMA”. Lo increíble es que LUMA haya sentido la urgencia de contestar ese mensaje de una forma que acentúa su ineptitud.
La multitud humana que responde a la convocatoria de Benito, contrasta con el vacío existente característico de las convocatorias del bipartidismo. Cuando el Conejo Malo se refiere a los corruptos que nos gobiernan, la multitud de jóvenes vibra porque ha sufrido en carne propia los efectos de la corrupción. ¿Cuántos de los detractores que lo insultan se movilizaron indignados cuando fueron arrestados y encontrados culpables dos Secretarios de Educación? ¿Cuántos se tiraron a la calle a protestar por la falta de valores cuando La Junta de Control Fiscal lanzó su agresividad ideológica contra la Universidad de Puerto Rico, redujo brutalmente su presupuesto y aumentó el costo de los créditos? ¿Cuántos ciudadanos de pulcritud moral protestaron el cierre del Programa de Neurocirugía del Recinto de Ciencias Médicas? ¿Cuántos se indignaron con el sueldo indecente de Natalie Jaresko, contratada por una Junta dictatorial para agredir a estudiantes, sectores laborales y comunidades? La juventud sabe que la indecencia se ha institucionalizado en Puerto Rico. La indecencia no está en el lenguaje juvenil.
Ante los inacabables arrestos de alcaldes, destacadas figuras políticas, empresarios corruptos vinculados con el bipartidismo, ante la fiesta de contratos de cabilderos y contratistas despojando el erario, y ante la violenta crisis social que ha reducido dramáticamente la posibilidad de crecimiento de varias generaciones de nuestra juventud, ¿qué daño real puede hacer el lenguaje soez de artistas como Bad Bunny y sus seguidores? Ese lenguaje debe verse como una protesta, como una reacción contra la hipocresía y la verdadera pérdida de valores de una dirigencia política que se ha empeñado en vender la riqueza pública de Puerto Rico y que ha privatizado el gobierno hasta límites vergonzosos. Tiene que molestarles a los falsos dueños de la moral pública observar una juventud, acompañada sin duda de ciudadanos mayores, capaz de gozar a plenitud al mismo tiempo que manifiestan su indignación y su coraje.
Y deben observar cómo el Conejo Malo abre su tarima, cómo deja participar en su escenario a múltiples artistas y celebra su presencia con humildad y admiración, al mismo tiempo que manifiesta un respeto consecuente con su enorme público, incluyendo la participación de todos, respetando la variedad y diferencia de sus componentes. Sus detractores viscerales, los pudorosos del lenguaje, podrían tener que llegar a la conclusión de que hay un Puerto Rico más decente, humano y democrático vibrando gozoso entre las “malas palabras”, que en el Puerto Rico oficial donde la indecencia se ha apoderado del lenguaje oficial, apolillado y de una falsa imagen de pulcritud.
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