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Martí en la lucha antiimperialista en Latinoamérica y el Caribe

Ponencia ofrecida por el Lcdo. Alejandro Torres Rivera en el conversatorio INCIDENCIA DE JOSE MARTI EN LAS LUCHAS ANTIIMPERIALISTAS EN LATINOAMERICA Y EL CARIBE

“Viví en el monsturo, y le conozco las entrañas:---y mi honda es la de David.”

 José Martí, 18 de mayo de 1895

 

En primer lugar deseo agradecer la invitación recibida de parte de la compañera Elena Flores, coordinadora del equipo de intelectuales, mujeres y hombres de ciencia de la “Red Continental Latinoamericana y Caribeña de Solidaridad con Cuba” para abordar el tema Incidencia  de Martí en las luchas antiimperialistas en Latinoamérica y el Caribe. Como puertorriqueño y caribeño, haré un acercamiento al tema que nos convoca a partir de nuestros vínculos históricos con Cuba y el respaldo más que centenario del heróico pueblo cubano a nuestra lucha de independencia.

 

En 1868 se produjeron en Puerto Rico y Cuba dos importantes acontecimientos, el 23 de septiembre el Grito de Lares y el 10 de octubre el Grito de Yara. Estos dos eventos marcaron la lucha de nuestros respectivos pueblos por su independencia frente a poder imperial español. Derrotada la insurrección de Lares, los esfuerzos de los independentistas puertorriqueños se volcaron en el apoyo a la guerra desarollada en Cuba contra la dominación española.

 

Tras la conclusión de la Guerra de los Diez Años y la llamada Guerra Chiquita en Cuba, en 1892 José Martí funda el “Partido Revolucionario Cubano”.  En el Artículo 1 de sus Bases, (T. I, OC. pág. 279, Ed. 1975), quedó consignado que el Partido Revolucionario Cubano “se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.” Como secuela de lo anterior, en Nueva York quedaría constituida la “Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano”. En adelante, los esfuerzos de los patriotas puertorriqueños y cubanos, en su forcejeo libertador, antiimperialista e independentista, caminarán de la mano mucho más allá del desenlace de la Guerra Hispano-cubana-americana de 1898.

 

Patria, el órgano informativo concebido como ente organizador de la lucha de los cubanos y puertorriqueños en Estados Unidos, en artículo publicado por Martí, titulado Nuestras Ideas (T. I, OC. pág. 315, Ed. 1975), indicaba que dicho períodico nacía “por la voluntad y con los recursos de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York, para contribuir, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico.”

 

El acompañamiento de los esfuerzos de patriotas cubanos y puertorriqueños al cierre de aquel siglo 19, se multiplica en diferentes momentos en expresiones hechas por Martí en torno al papel histórico de la lucha de ambas islas por su independencia y lo que la consecución de la independencia habría de representar para América Latina.

 

En su ensayo Las Antillas y Baldorioty Castro, (T. IV, OC. pág. 405, Ed. 1975), escrito el 14 de mayo de 1892 en el periódico “Patria”, en referencia al puertorriqueño Román Baldorioty De Castro, José Martí indica su visión sobre el carácter integrador del resultante de la lucha por la independencia de las dos Antillas aún sujetas al yugo colonial español. Al expresarse, toma en consideración el apetito imperialista de Estados Unidos frente a las tres Antillas de habla hispana. Nos dice al respecto el Apóstol cubano:

 

“No parece que la seguridad de las Antillas, ojeadas de cerca por la codicia pujante, dependa tanto de la alianza ostentosa y, en lo material, insuficiente, que provocase reparos y justificara la agresión como de la unión sutil, y manifiesta en todo, sin asidero de la provocación confesa, de las islas que han de sostenerse juntas, o juntas han de desaparecer, en el recuento de los pueblos libres. Por la rivalidaridad de los productos agrícolas, o por la diversidad de hábitos y antecedentes, o por el temor de acarrearse  la enemiga del vecino hostil, pudieran venir a apartarse, en cuanto cayese en forma cerrada su unión natural, las tres islas que, en lo esencial de su independencia y en la aspiración del porvenir, se tienden los brazos por sobre los mares, y se estrechan ante el mundo, como tres tajos de un mismo corazón sangriento, como tres guardianes de la América cordial y verdadera, que sobrepujará al fin a la América ambiciosa, como tres hermanas...”

 

“…Las tres Antillas que han de salvarse juntas, o juntas han de perecer, las tres vigías de la América hospitalaria y durable, las tres hermanas que de siglos atrás se vienen cambiando los hijos y enviándose libertadores, las tres islas abrazadas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.”

 

En ocasión de conmemorarse el tercer año de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, en escrito titulado El alma de la Revolución, y el deber de Cuba en América, (T. III, OC. pág. 142, Ed. 1975), Martí escribe sobre el papel nivelador que le corresponde a estas tres islas, colocadas por la geografía entre dos grandes continentes. En uno, se asienta un país ansioso por colocar a todo el Hemisferio bajo su tutela; en otro, con un origen latino común, emancipado del yugo colonial que aún se asienta en las Antillas, existe el resultado fragmentado de lo que fue o pudo ser en un momento dado en sus primeros años de independencia, el fruto de un proyecto integrador. La percepción martiana en ese momento, se inscribe en el mismo concepto que ya durante la década de 1870 había trazado el puertorriqueño Eugenio María de Hostos, cuando se refirió a las Antillas como el “fiel de la balanza”. Así Martí nos indica:

 

“En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de guerra de una república imperial contra el mundo           celoso y superior que se prepara ya a negarles el poder–mero fortín de la Roma americana; –y si libres– y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora –serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república americana del Norte, que en el desarrollo de su territorio –por desdicha  feudal ya, y repartido en secciones hostiles– hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la  pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo. –No a mano ligera, sino como con conciencia de siglos, se ha de componer la vida nueva de las Antillas redimidas. Con augusto temor se ha de entrar en esa grande responsabilidad humana. Se llegará a muy alto, por la nobleza del fin; o se caerá muy bajo, por no haber sabido comprenderlo. Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son sólo dos islas las que vamos a libertar.”

 

Es precisamente en este escrito, que Martí acuña la expresión: “Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos”, la que más adelante adereza con su verbo elocuente al decir:

 

“Con esa reverencia entra en su tercer año de vida, compasiva y segura, el Partido Revolucionario Cubano, convencido de que la independencia de Cuba y Puerto Rico no es sólo el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en el trabajo justo a los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la independencia amenazada de la América libre, y la dignidad de la república norteamericana. ¡Los flojos, respeten: los grandes adelante!  Esta es tarea de grandes.”

 

Como Simón Bolívar en carta enviada desde Guayaquil el 5 de agosto de 1829 a su amigo, el coronel Patricio Campell, le advertía que “Estados Unidos parecía destinado por la Proviencia a plagar a la América Latina de miserias a nombre de la libertad”; Martí advirtió también en sus escritos que las Antillas constituían una especie de trampolín desde el cual Estados Unidos pretendería extender sus dominios al resto de América Latina. Por esto Martí veía, como le expresó a su amigo Manuel Mercado en carta de 18 de mayo de 1895, (T. IV, OC. pág. 167, Ed. 1975), que las Antillas constituyen el muro de contención a la expansión imperialista sobre la América hispana y en la independencia de Cuba la manera de “impedir a tiempo que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.”

 

Se trata en el pensamiento de Martí, de concebir las tres Anrtillas  unidas, tal y como lo expresara antes en 1892 en su escrito titulado El Convite a Puerto Rico, (T. I, OC. pág. 325, Ed. 1975). Allí, en relación a nuestra patria y a Cuba indicó:

 

“Unas son en el porvenir, como lo han sido unas en el pasado, el alma de Lares y el alma de Yara. Unas son hoy en la preparación, como fueron ayer en la cárcel y el destierro, los cubanos y puertorriqueños. Unos han de ser en la acción, para acelerar, con el esfuerzo doble, la libertad común.”

 

Arturo Ulsar Pietri, en el Prólogo de la recopilación de discursos de Simón Bolívar, a la página 15, evoca el sueño bolivariano de integración latinoamericana. Lo plasma en la frase del Libertador en su alocución a los soldados de Urbaneta en 1814: “Para nosotros, la Patria es la América”. Esa América es aquella a la cual Martí se refiere como “América nuestra”.

 

Para Martí, la idea de la unión de las Antillas evocaba ese mismo sueño bolivariano de integración latinoamericana. Al igual que Bolívar cuando convocó al Congreso Anfictiónico en Panamá, recordando aquella Liga Anfictiónica de la Grecia Antigua que hizo las veces de instancia integradora de las ciudades/estado, Martí veía en el futuro de las Antillas el resplandecer que tuvieron en el pasado aquellas ciudades griegas. Como Bolívar en su idea integradora de América Latina, Martí propulsaba en su ideario que las Antillas hicieran “por sobre la mar, a sangre y cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego andino”: fundirnos como latinoamericanos en un todo.

 

En su carta a Federico Henríquez y Carvajal en Montecristi del 25 de marzo de 1895 (T. IV OC. pág. 111, Ed. 1975), en referencia a la Antilas, le señala:

 

“Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo.”

 

Ese sueño de Martí toma también forma en los aportes hechos por el dominicano Máximo Gómez en la conducción militar de la guerra necesaria iniciada por Marí en 1895. También la encontramos en los esfuerzos y aportaciones de figuras como Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos, puertorriqueños dedicados a la causa de la independencia de Cuba; y en la sangre generosa derramada por cubanos, puertorriqueños y dominicanos en la lucha por la independencia cubana.

 

          La rapacidad de Estados Unidos sobre Cuba no era nueva en aquel momento. Ya en 1889, antes de fundarse el Partido Revolucionario Cubano, Martí la anticipaba en carta escrita a su amigo Gonzalo de Quesada. En ella le advertía:

 

“De quien necesitamos saber es de los Estados Unidos; que está a nuestra puerta como un enigma, por lo menos. Y un pueblo en la angustia como el nuestro necesita despejar el enigma;--arrancar de quien pudiera desconocerlos, la promesa de respetar los derechos que supiésemos adquirir con nuestro empuje,-- saber cuál es la posición de este vecino codicioso, que confesamente nos desea, antes de lanzarnos a una guerra que parece inevitable, y pudiera ser inútil, por la determinación callada del vecino de oponerse a ella otra vez, como medio de dejar la isla en estado de traerla más tarde a sus manos, ya que sin un crimen político, a que sólo con la intriga se atrevería, no podría echarse sobre ella cuando viviera ya ordenada y libre.”

 

Martí fallece en combate el 19 de mayo de 1895. No alcanzó a ver la independencia de Cuba. La guerra necesaria todavía duraría varios años. En el transcurso de la guerra, el “enigma” del Norte intervendría en 1898 frente al Imperio español. Las hostilidades concluyeron en virtud del armisticio que llevará en 1899 al “Tratado de Paris”. Cuba alcazará su independencia meditatizada en 1902. Puerto Rico sigue hoy sometido a un régimen de subordinación política y colonial por parte de Estados Unidos. Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 se completa el ciclo de la lucha de independencia inspirada por Martí en 1895.

 

En estos 65 años de Revolución no ha amaindado el interés del “enigma” por desrtruir la misma, por someter a su voluntad al pueblo de Cuba, por derribar las columnas sobre las cuales se sostiene un proyecto revolucionario, anti imperialista y socialista. La defensa de la Revolución Cubana y el desafío a la voracidad imperialista sigue siendo agenda presente.

 

“¡Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos!”

 

Muchas gracias.

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