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Cuba-CARICOM: “Ellos rompieron el aislamiento diplomático”

Este 6 de diciembre, en Barbados, tendrá lugar la VIII Cumbre Cuba-CARICOM. Aunque no es sólo conmemorativa, la reunión celebra 50 años de relaciones de la mayor de las Antillas con esa fuerte comunidad de pequeños estados con los que compartimos mucho más que las cálidas aguas del Mar Caribe.

Antonio Romero, presidente de la Cátedra de Estudios del Caribe de la Universidad de La Habana.

A propósito de la cita, a la que asiste el primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al frente de una delegación de ministros de diversas áreas, dialogamos con el Dr. Antonio Romero, presidente de la Cátedra de Estudios del Caribe de la Universidad de La Habana.

Cada 8 de diciembre, Cuba y CARICOM celebran sus relaciones. ¿Qué tan importante es la relación de Cuba con la subregión?

–Lo que celebra Cuba cada 8 de diciembre, es un momento muy especial vinculado a la inserción internacional de la Revolución cubana. Ese día, en 1972, cuatro pequeños estados caribeños independientes (Barbados, Guyana, Jamaica y Trinidad & Tobago) decidieron establecer relaciones diplomáticas con nuestro país, lo que implicó de facto el inicio del proceso de rompimiento del aislamiento diplomático impuesto a Cuba por el gobierno de EUA –con la complicidad de la OEA– desde principios de la década de 1960. Recordemos que con posterioridad a la suspensión de Cuba de la OEA, se decidió romper relaciones diplomáticas con nuestro país, de todos los gobiernos latinoamericanos y caribeños, con la sola excepción de México que se opuso a dicha decisión.

“La relación de Cuba con la subregión caribeña, es trascendente, desde distintas perspectivas:

a) En términos diplomáticos, además de que el 8 de diciembre de 1972 abrió la etapa histórica del fin del aislamiento diplomático de Cuba en nuestro hemisferio –impuesto bajo presión del gobierno de los EUA– hoy día Cuba mantiene relaciones diplomáticas a nivel de embajadores, con los 14 estados independientes[1] de la Comunidad del Caribe (CARICOM); y al mismo tiempo, estos 14 gobiernos tienen representación diplomática a nivel de embajadas en La Habana. La única otra capital del mundo con la presencia de 14 embajadores de la CARICOM acreditados ante su gobierno, es Washington; lo cual da una idea de la importancia simbólica que tienen las relaciones oficiales con Cuba para los estados y pueblos de la CARICOM. En este sentido, es de resaltar el apoyo permanente de la CARICOM a Cuba en todos los foros internacionales, y su abierta oposición al bloqueo económico de los EUA contra nuestro país, que se ha mantenido invariable a lo largo del tiempo.

b) En términos históricos y culturales, la relación de Cuba con la subregión caribeña ha sido siempre muy relevante, incluso desde los inicios del proceso de conquista y colonización por los poderes europeos. Deben resaltarse las relaciones de importantes líderes independentistas, políticos, intelectuales y artistas cubanos con sus contrapartes caribeños, y en especial el apoyo de Haití –primer país liberado del hemisferio– a la emancipación cubana. Martí cayó en Dos Ríos, con un pasaporte haitiano en su bolsillo[2], otorgado de manera excepcional por las autoridades de esa nación, dada la imposibilidad de utilizar otro documento oficial de identificación internacional por ser un cubano proscripto por la metrópoli española. Además hay que considerar ciertos aspectos de la estructura económica que emergió durante la etapa colonial, definida bajo el término de “economía de plantación”, que en cierta forma caracterizó al modelo de producción de los territorios caribeños, incluida Cuba. Este “modelo de producción” determinó rasgos comunes en la reproducción económica y social de Cuba y del resto del Caribe. En esta dimensión también resulta importante señalar los flujos migratorios que se dieron desde el siglo XVIII entre Cuba y varios territorios del Caribe insular –y sobre todo a principios del siglo XX– , los que explican en la actualidad, la existencia de miles de descendientes caribeños en Cuba, varios de los cuales se agrupan en la Asociación Caribeña de Cuba (ACC).

c) En términos de cooperación internacional, Cuba y el Caribe insular son un ejemplo excepcional de la llamada “cooperación Sur – Sur”, que tan necesaria resulta en tiempos de globalización incierta, y donde hay evidencias de una creciente crisis del multilateralismo y de la cooperación multilateral. Cuba ha sido un importante apoyo para los esfuerzos de desarrollo del Caribe insular desde hace ya cuatro décadas, y ello es reconocido por los líderes y pueblos caribeños. Al respecto, resulta significativo que la cooperación cubana[3] con los pueblos del Caribe ha sido siempre muy respetuosa de la soberanía de los estados a los que se les ha ofrecido, y además ha estado en consonancia con los intereses y las prioridades políticas de esos países “destinatarios” de la colaboración cubana. El destacado profesor Norman Girvan, en su discurso de agradecimiento en el Aula Magna de la UH –al otorgársele el título de Doctor Honoris Causa en el año 2008– se refirió a la “deuda eterna” contraída por los países del Caribe con el pueblo cubano, como contraparte a la extensa, multifacética y desinteresada cooperación ofrecida por Cuba, prácticamente desde el momento de la independencia”.

¿Por qué seguimos tan cerca y tan lejos? Ya ni siquiera se oye hablar del viejo concepto de las ventajas compartidas vs las competitivas.

–La idea de que estamos “tan cerca” y al mismo tiempo “tan lejos” fue recurrente en los análisis sobre las relaciones entre el Caribe Insular y Latinoamérica hasta fecha bastante reciente. Ello también se aplicaba –hasta cierto punto– a ciertas aristas de las relaciones entre Cuba y el resto del Caribe Insular.

“En esta percepción de “cercanía” y “lejanía” simultáneas; influían una serie de factores, dentro de los cuales uno muy importante era que la “lógica económica” y dada la “dimensión relativa de los mercados” y la “densidad de las relaciones económicas recíprocas”; no hacía muy rentable el establecimiento de canales y vías de transporte y comunicación fluidas que unieran al Caribe insular con el resto de Latinoamérica, y en cierta manera también con Cuba. Eran los tiempos en que no había otra opción que viajar desde el Caribe a Miami u otras ciudades “conectadas” de EUA (o incluso, en ciertos casos a Europa) para llegar a Latinoamérica.

“Sin embargo, la reducción tendencial de los costos del transporte hasta hace bien poco, y un perceptible incremento de las interacciones económicas de territorios caribeños con otros latinoamericanos –en lo cual el turismo ha jugado un perceptible papel– ha determinado un incremento, al menos, en la interconexión aérea entre los países del Caribe Insular y varios de Latinoamérica, aunque obviamente estas se han resentido de manera dramática durante el período de pandemia.

“De todos modos, persisten algunos elementos que explican la todavía dominante sensación de “lejanía” entre el Caribe insular y Latinoamérica. Dentro de estos se encuentran: a) Los pequeños territorios del Caribe insular sienten una lógica percepción de amenaza en sus relaciones con países mucho más grandes no sólo desde el punto de vista territorial, sino también poblacional y en cuanto a dimensión económica como muchos de los latinoamericanos; b) hay tensiones “permanentes” entre el Caribe de la CARICOM y Latinoamérica a partir de los diferendos territoriales que históricamente han mantenido dos de sus miembros (Guyana y Belice) con países latinoamericanos (Venezuela y Guatemala); c) hay diferencias históricas y culturales –a pesar de algunos elementos comunes– entre el Caribe insular colonizado por Gran Bretaña, Francia y Holanda, respecto a una Latinoamérica de “raíz ibérica”; y d) hay marcadas asimetrías en los perfiles de inserción económica externa del Caribe insular, respecto al prevaleciente en México, Centroamérica y Sudamérica.

“El último elemento apuntado arriba, se relaciona de cierta manera con la dicotomía “ventajas compartidas” y “ventajas competitivas”.

La posibilidad de “compartir ventajas”, o lo que es lo mismo, potenciar una relación de complementariedad, es sólo posible cuando las estructuras económicas son complementarias. Los países del Caribe de la CARICOM –con la sola excepción de Trinidad & Tobago, Guyana y Surinam– son economías muy similares, con un patrón productivo y de especialización internacional basado en la exportación de servicios (esencialmente turísticos, pero también “servicios financieros”) y por ende, en el intercambio y la relación económica entre ellos hay muy pocas posibilidades de “compartir ventajas”; en efecto son –en general– economías competitivas. Sin embargo, en la relación más amplia del Caribe insular con el resto de Latinoamérica, si hay posibilidades –bajo ciertas condiciones –de avanzar en un patrón que convine la competencia con la complementariedad”.

¿Qué puede encontrar Cuba en sus vecinos más cercanos? ¿Qué podemos dar?

–Las relaciones de Cuba con el Caribe insular siempre se han caracterizado por un tipo de acercamiento en que se siguen de manera muy estricta los principios de la política exterior cubana, y donde no han tenido prácticamente ninguna ponderación los intereses del país. Por ello, no ha sido una relación en que se parte del presupuesto de que “se da, para recibir algo a cambio”.

“No obstante lo anterior, hay posibilidades prácticamente desaprovechadas hasta el momento, para ampliar las relaciones comerciales y de inversión de Cuba con la CARICOM. A pesar de la negociación y firma del segundo protocolo al Acuerdo de Comercio y Cooperación Económica Cuba-CARICOM, el nivel de relaciones económicas recíprocas –excluyendo las de cooperación– es totalmente marginal, están altamente concentradas y el balance del comercio es crónicamente deficitario para Cuba.

“Por su cercanía geográfica, el muy amplio nivel de las relaciones oficiales entre ambas partes y la dimensión de la economía cubana, el Caribe insular debería ser un mercado con una ponderación mucho mayor en el perfil de relacionamiento económico externo de nuestro país. A pesar de que esas naciones vecinas son pequeñas y tienen altos grados de vulnerabilidad económica y medioambiental; hay sectores económicos con cierto nivel de sofisticación y competitividad (sobre todo en Trinidad & Tobago, Guyana Jamaica y Surinam) que no debieran subestimarse como importantes socios comerciales y de inversión para Cuba.

“Por otra parte, para el emergente sector de las micro, pequeñas y medianas empresas de Cuba –sobre todo las localizadas en la zona del Oriente cubano– el mercado de la CARICOM pudiera constituirse en la “ventana de oportunidad” por excelencia para, en un primer momento, ensayar las primeras etapas del necesario y conveniente proceso de internacionalización empresarial.

“Respecto a lo que Cuba pudiera “dar al Caribe”, y dado el crítico entorno actual en que se reproduce nuestra economía, se considera que debieran mantenerse las condiciones vigentes que rigen la cooperación cubana con los países de esta región. En particular debe cuidarse el requerimiento de que –al menos– los países beneficiarios asuman los costos de dicha colaboración, obviamente con la excepción que amerita el caso de Haití”.

¿Cómo explica la entrañable relación histórica de los líderes caribeños con los liderazgos cubanos? Por encima de la diferencia de idiomas, ¿cuáles son las claves de ese notable afecto?

–Las claves de ese notable afecto de los líderes caribeños con el liderazgo cubano son múltiples. En primer lugar la sensibilidad especial de Fidel, que sin lugar a dudas comprendió de manera singular las condiciones, vulnerabilidades y rasgos específicos que tipifican al Caribe insular y sus pueblos, y que en consecuencia, se convirtió en pilar de la defensa de los intereses del Caribe en todos los foros internacionales. En segundo lugar debe también tenerse en cuenta, que las aspiraciones de justicia social, la defensa de la soberanía nacional y el respeto a las normas internacionales refrendadas en la Carta de las Naciones Unidas –pilares del proyecto político de la Revolución cubana– son elementos esenciales también de la política y la proyección internacional del Caribe insular. En tercer lugar, la presencia cubana en África, y en particular el apoyo decidido a la independencia de Angola, a la liberación de Namibia y al fin del apartheid en Sudáfrica fue un factor de simpatía y admiración sin precedentes de los gobiernos y pueblos caribeños respecto a Cuba y su liderazgo. Por último, no debe soslayarse el peso que en este afecto desempeñó una generación importante de líderes caribeños, muchos de los cuales se formaron como profesionales en Cuba, apoyados por el programa de becas para la formación universitaria que nuestro país ha garantizado a lo largo de estos años, a favor de los pueblos del Caribe.

¿Por qué si somos Caribe no somos de CARICOM?

–No podemos integrarnos a CARICOM. Cuba tiene una estructura y un modelo económico que es totalmente diferente al vigente en los países CARICOM.

“CARICOM es un esquema de integración económico que avanza hacia una economía y mercados únicos. Ello implica homologación normativa y estructural entre sus miembros...

“En fin, que tendríamos que ser una economía de mercado, y estar dispuestos a ceder “soberanía” –eso siempre es el costo de la integración verdadera– para asumir compromisos comunes y rígidos de política económica (y no solo económica) con los demás integrantes de ese bloque...

“Eso no significa que no podamos, y no debamos, ampliar y diversificar las relaciones económicas con la CARICOM. Más bien todo lo contrario.

Es justamente esto lo que está haciendo la delegación encabezada por Díaz-Canel en su gira por el Caribe.

A su llegada a Barbados, Díaz-Canel es recibido en el aeropuerto internacional Grantley Adams, por la primera ministra Mía Amor Mottley. Foto: Alejandro Azcuy.
 
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