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¿Como pudieron traer tanto odio al Paraíso?

Por Orestes Hernández Embacuba Barbados

17 octubre 2011

Fue esa la pregunta que seguramente se hizo el abogado José Pertierra la mañana del pasado 6 de octubre de 2011, mientras participaba en el Tributo oficial al pie del monumento erigido en memoria de las víctimas del sabotaje al vuelo CU 455 ocurrido hace 35 años frente a las costas de Barbados al borde la playa que lleva ese nombre.

Una y otra vez, este cubano de nacimiento y alma, miró al horizonte imaginando, quien sabe que ocurría en aquellos últimos minutos en los que el valiente piloto Wilfredo Pérez y su tripulación trataron de llevar la nave de vuelta al aeropuerto de Seawell envuelta en llamas.

Pertierra, especialmente invitado por los organizadores de la Jornada conmemorativa del 35 Aniversario del Crimen, reconoció que siempre quiso venir a Barbados y detenerse un momento ante el cielo y el inmenso mar donde yacen los cuerpos de la mayoría de los pasajeros y tripulantes de aquel fatídico vuelo.

En sus más de cinco años en condición de representante de Venezuela en el proceso de extradición del connotado terrorista Luis Posada Carriles, con miles de cuartillas leídas y releídas como parte del expediente que conduce, y acostumbrado a mirar frente a frente al propio Carriles, seguramente Pertierra no había tenido un momento tan emocionante como el que vivió en las jornadas de su estancia en Barbados la semana pasada.

Aún sin quitarse el polvo del camino, reconoció ante un grupo de amigos que cuando salió de EE.UU. para venir a Barbados lo hizo pensando en las víctimas del crimen y en sus familiares y cuando su avión se acercaba al hoy aeropuerto "Grantley Adams International Airport" su pensamiento se paralizó en aquel terrible episodio.

Será esa una de las razones por la que sin perder tiempo, buscó en la guía telefónica las señas de los taxistas que transportaron a los asesinos Lugo y Ricardo en Barbados hacia el hotel donde se hospedaron y hacia "la embajada norteamericana" en Bridgetwon.

Desafortunadamente su pesquisa no dio resultados pues al comunicarse con la casa de uno de ellos le anunciaron que había fallecido recientemente y el otro no aparecía en la guía.

O su intención de entrevistar a un conocido promotor de boxeo, también fallecido hace poco, de quien según las investigaciones hechas en la época se encontró un boleto aéreo en la ropa de de uno de los autores materiales al momento del arresto.

Pertierra encontró sin embargo, casi por azar, a Dalton Guiller, recio hombre de mar, de apariencia joven a pesar de sus años, quien la terrible mañana, llegó de los primeros a socorrer a los posibles sobrevivientes pues se encontraba prestando servicio de esqui acuático a turistas en la zona.

Guiller, confesó que por vez primera rescata recuerdos que le son muy duros, el mar teñido de color ocre y mucha, mucha sangre, y luego restos de fuselaje y partes del avión. Al final, como vomitados del fondo del océano (en esa parte muy profundo), restos de seres humanos: "Solo mitades, piernas o torsos pero ningún cuerpo completo", concluyó Guiller.


Es tan alto el compromiso de Pertierra con el tema que le ha consumido casi todo el tiempo desde hace un lustro que no descansó ni un minuto de su visita a Barbados.

Participó también en un taller organizado por la Universidad de las Indias Occidentales, Cave Hill, en el que junto a un grupo de especialistas y en presencia de estudiantes y los embajadores de Cuba y Venezuela, intercambió ideas y perspectivas sobre causas, consecuencias y enseñanzas del Crimen contra el avión cubano.

Se habló de actualidades y se repasó la historia de impunidad con la que han actuado y siguen haciéndolo los mismos terroristas que ocasionaron la tragedia en 1976 con el acostumbrado amparo de las autoridades norteamericanas y que significó que el Caribe se "inaugurara como víctima del terrorismo nada más y nada menos que 25 años antes que el fatídico 11 de septiembre de 2011."

Se habló tambien de Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René. Incluso una joven estudiante reconoció que supo de ellos hace pocas semanas, justo cuando la invitaron al evento y expresó su decisión, generando el consenso de los presentes de trabajar porque la verdad sea reconocida.

Pertierra, sin dudas, tiene un cariño especial por los niños. Ello con certeza, es lo que le provocó recordar a sus interlocutores que el terror no tiene fronteras y rememoró que como parte de los pasajeros iba Sabrina, la niña guyanesa que viajaba junto a su madre y abuela, sentada justo en el asiento debajo del cual los asesinos pusieron la primera bomba que las hizo salir expedidas; y recordó que el cuerpo de Sabrina fue de los pocos que se logró recuperar, solo que totalmente desmembrado.

Ese pensamiento estremecedor de Pertierra, es la explicación también a que en cada momento de emoción que vivió esta semana se le vio intercambiando bajito como en intimidad, riendo o jugando con la pequeña Carolina, la única niña cubana en la legación diplomática en esta isla, que en memoria de "sus mártires" depositó su bandera en la base del monumento".

La misma Carolina que por una razón seguramente también especial, no se apartó de José ni un momento esta semana y comentó a sus padres sobre el silencio particular en el que "solo se escuchaban las olas" la mañana del 6 de octubre de 2011 frente a la playa "Paraíso".

La misma experiencia vivió Pertierra en cada uno de los encuentros que sostuvo en tierras barbadenses, con colegas abogados y con los miembros del movimiento de solidaridad con Cuba en esta isla, acompañado siempre por Wilfredo Pérez Rodríguez, hijo del piloto de la nave, también invitado para la conmemoración.

"Este ha sido un viaje especial", comento Pertierra, quien reconoció que de alguna manera completa la visión del caso que lleva, y ante un nutrido grupo de jóvenes barbadenses y caribeños declaró con el amor que solo los comprometidos saben profesar que Barbados y Cuba están hermanados en la historia, pero mucho mas luego del artero ataque contra el CU 455, porque "en ese mar azul, al que trajeron tanto odio un día, reposan los restos mortales del valiente piloto Wilfredo Pérez y sus acompañantes, y esa historia, nadie la puede borrar."
 

(English version.)

How could they bring so much hatred to Paradise?

That was the question Cuban lawyer José Pertierra surely asked himself on the morning of October 6, 2011, while participating in the official tribute at the foot of the monument erected in memory of the victims of the sabotage of flight CU 455 occurred 35 years ago in front of Barbados shores bordering the beach that bears that name. Again and again, this Cuban by birth and soul, looked at the horizon imagining, who knows what happened in those last minutes in which the brave pilot Wilfredo Pérez and his crew tried to take the aircraft back to the Seawell International airport engulfed in flames. Pertierra, especially invited by the organizers of the Commemorative Day of the 35th Anniversary of the Crime, recognized that he always wanted to come to Barbados, and stop for a moment before the sky and the immense sea where the bodies of most of the passengers and crew of that fateful flight lie. In his more than five years as representative of Venezuela in the extradition process of the notorious terrorist Luis Posada Carriles, with thousands of pages read and reread as part of the file he leads, and used to looking at Carriles himself face to face, surely Pertierra had not had such an exciting time as the one he experienced in Barbados last week. That might be the reason due to without dusting the road, he admitted to a group of friends that when he left the US to come to Barbados he did so thinking about the victims of crime and their families and when his plane was approaching "Grantley Adams International Airport "his thinking was paralyzed in that terrible episode". That will be another reason why, without wasting time, he searched the telephone directory for the addresses of the taxi drivers who transported the murderers Lugo and Ricardo in Barbados to the hotel where they stayed and to "the American Embassy" in Bridgetwon. Unfortunately, his investigation did not brought results because when he contacted the house of one of them they announced that he had recently died and the other did not appear in the guide. Or his intention to interview a well-known boxing promoter, also recently deceased, of whom, according to investigations carried out at those days an air ticket was found in the clothes of one of the material authors at the time of arrest. Pertierra, however, found, almost by chance, Dalton Guiller, a strong sea man, young in appearance despite his years, who, on that terrible morning, arrived among the first to help the possible survivors because he was providing water ski service tourists in the area. Guiller confessed that for the first time since then he recovers memories that are very hard for him, the sea dyed in ocher color and a lot, a lot of blood, and then remains of the fuselage and parts of the plane. In the end, like vomited from the bottom of the ocean (in that very deep part), remains of human beings: "Only halves, legs or torsos but no complete bodies" concluded Guiller. Pertierra's commitment to the issue is so high that it has consumed him almost all of his time for five years that he did not rest a minute from his visit to Barbados. He also participated in a workshop organized by the University of the West Indies, Cave Hill campus, in which together with a group of specialists and in the presence of students and Ambassadors of Cuba and Venezuela, he exchanged ideas and perspectives on causes, consequences and teachings of the crime against the Cuban plane. Current events were discussed and the history of impunity with which the same terrorists who caused the tragedy in 1976 with the protection of the US authorities were acted and continue to act and which meant that the Caribbean was "inaugurated as a victim of terrorism nothing more and nothing less than 25 years before the fateful September 11, 2011. " Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando and René cases (The Cuban Five) were also discussed. Even a young student acknowledged that she knew about them a few weeks ago, just when she was invited to the event and expressed her decision, generating the consensus of those present to work so that the truth is recognized. Pertierra, without a doubt, has a special affection for children. This with certainty, is what caused him to remind his interlocutors that terror has no borders and he recalled that as part of the passengers in 1976 was Sabrina, a Guyanese girl who was traveling with her mother and grandmother, sitting right in the seat below which the assassins put the first bomb that sent them out; and he remembered that Sabrina's body was one of the few that was recovered, only totally dismembered. That shocking thought of Pertierra is also the explanation for the fact that in each moment of emotion that he lived this week in Barbados, he was seen exchanging quietly as if in intimacy, laughing or playing with the little Carolina, the only Cuban girl in the Cuba diplomatic legation on this island nation that in memory of "her martyrs" she placed her Cuban flag at the base of the monument. " Carolina herself, who for a surely also special reason, did not leave José for a moment this week and commented to her parents about the particular silence in which "only the waves were heard" on the morning of October 6, 2011 in front of the beach "Paraíso". Pertierra had the same experience in each of the meetings he held in Barbadian lands, with fellow lawyers and with members of the Cuban solidarity movement on this island, always accompanied by Wilfredo Pérez Rodríguez, son of the pilot of the aircraft, also invited for commemoration. "This has been a special trip," commented Pertierra, who acknowledged that in some way he has completed the vision of the case he is carrying, and before a large group of young Barbadians and Caribbean people, he declared with love that only the committed know how to profess that Barbados and Cuba they are twinned in history, but much more so after the cunning attack against the CU 455, because "in that blue sea, to which they brought so much hatred one day, lie the mortal remains of the brave pilot Wilfredo Pérez and his companions, and that story, no one can erase it. "

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